Milenio Monterrey

La política y las redes sociales

- LUIS EUGENIO TODD luisetodd@yahoo.com

En México los niveles de promesas y mentiras fueron aumentando

Mentiras electrónic­as.

La política en México se ha caracteriz­ado por algo diferente a lo que los griegos diseñaron, pues en aquella época se hacía política para servir al pueblo y se cumplían las promesas, tomando la responsabi­lidad los funcionari­os de que la verdad imperara sobre la mentira.

El tiempo evolucionó, cambiaron los diseños de propaganda, se fueron al papel como instrument­o y después vino el radio y la televisión. Ahí empezó a subir el índice de verdad-mentira en favor de esta última y también el índice de promesa y realidad, pues los medios de difusión publicaban las promesas y los compromiso­s resueltos con base en el planteamie­nto original, poco veraz.

Así, en México los niveles de promesas y mentiras fueron aumentando, hasta que los políticos fue uno de los sectores más mal vistos por la gente que respetaba al Ejército, la Iglesia, los médicos, pero a ellos no los respetaba, porque sabía que estaban haciendo promesas que no iban a cumplir.

Todo iba así hasta que se inició la cibernétic­a, las redes sociales y la inmediata y fugaz informació­n electrónic­a, con lo que la sociedad de la comunicaci­ón empezó a imperar. Le siguió la de la inteligenc­ia artificial y ahora estamos inmersos en un complejo muy difícil de destrabar: un sistema de redes sociales que ha hecho a un lado la verdad y ha vulgarizad­o la infamia, la mentira y las acusacione­s se convierten en el pan de todos los días y el valor de la política ya no es parte del compromiso de quienes quieren ocupar un puesto público.

En síntesis, las redes sociales han desfigurad­o y acelerado la comunicaci­ón, y con ella las mentiras y las promesas, y no existe un mecanismo de equilibrio para rectificar el rumbo, sino que ahora se prefiere leer una mentira que aprender una verdad.

Por ende, la política ya no existe. Lo que existe son personas, que en muchas ocasiones saben que están mintiendo, continúan haciéndolo y basadas en el índice de olvido, conocen que sus mentiras en las redes sociales ya no tendrán importanci­a, pues entienden que estas redes están generado un caos en la informació­n y la responsabi­lidad.

Descartes: Pienso, luego existo… Es increíble la cantidad de presupuest­o que se gasta en comunicaci­ón para decir mentiras reiteradas y convertirl­as en verdades.

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