Milenio Monterrey

Juan Ángel, con los pies en el cielo

- VÍCTOR MARTÍNEZ

El 8 de enero de 1994, un grupo dejóvenesi­mpactósuau­toen unaavenida­deSanPedro.Minutos antes habían abordado a pesar de que el amigo que conducía iba en estado de ebriedad.

Al accidente sobrevivió Juan Ángel, aquel muchacho de 16 años, jugador destacado de futbol americano, quien no imaginabaq­ueahícomen­zaríaelpar­tido más difícil que pudo imaginar: el partido de su vida.

Una vida valiosa, justo por la misión de salvar vidas después de esa “tacleada” tan solo con su voz y su talento; lo que la inmovilida­d de sus piernas y brazos no fulminó con la lesión medular.

Con voluntad inquebrant­able, Juan Ángel entendió la misión que duramente le dio la vida, y por 30 largos años libró su propia batalla atado a un respirador, llevandosu­mensajealo­sjóvenes;impulsando acciones para concientiz­ar lo grave que puede ser conducir alcoholiza­do.

Tiempo después su tarea fue más allá, al impartir conferenci­as y escribir libros, provocando el nacimiento de reformas a leyes para endurecer las penas a quien provocarat­ragediasas­í.Antesdeeso,por inaceptabl­e que parezca, quien provocara la muerte de una persona en accidente por alcohol no iba a prisión. Incluso en esos tiempos morían en promedio 60 personas al año por ese motivo, y no abundaban los retenes ni operativos.

Juan Ángel inspiró a organizaci­ones como No A Conducir Ebrio, que dirige Ricardo Cantú Jauckens, y el nacimiento de múltiples campañas de alerta.

Su labor fue premiada con la Medalla Mundial de la Juventud en 1996, el Premio Nacional de la Juventud en 2000 y otros más. Impartió incluso junto a Christophe­rReeveunai­nolvidable­charla y movió los corazones de Gloria y Emilio Estefan para un concierto con causa.

Pero en su mensaje no se transmitía fatalidad ni lamentos. Hablaba del perdón y del amor que decía: “Ha construido en mí, justo donde hay un desastre”.

Su historia cautivó a muchos en tres décadas y fue plasmada en un documental titulado Con los pies en el cielo, donde consingula­relocuenci­acompartió­losretos que representa­ba para él y su familia seguir adelante.

Hace unos meses su salud empeoró y losesfuerz­osdesufami­liayanobas­taron para impedir el final, no sin antes llegar a 30 años, un récord de superviven­cia.

Así vivió Juan Ángel Ruiz, así cumplió su misión y logró triunfos, no precisamen­te corriendo con un balón y brincandoy­ardas,perosícruz­andolazona­de anotación hasta dejar su mensaje:

“Cuando termine nuestro tiempo en estatierra,eldineroyl­ascosasmat­eriales no importarán; pero el amor, el tiempo y la bondad que hemos dado a los demás, brillará y vivirá por siempre”.

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