Milenio Monterrey

La desilusión de Reino Unido con la política y su gobierno

Se necesita un Estado más activo con reformas sustancial­es; lo de siempre no ha funcionado, es hora de atreverse a ser audaces con un cambio radical

- MARTIN WOLF LONDRES Lea el artículo completo en: milenio.com/negocios

Los británicos están desilusion­ados. Esta es la conclusión que se desprende de las últimas encuestas sobre la confianza en el gobierno y la política. Esto ya es malo de porsí,perosecorr­eelriesgod­eque la baja confianza cree una despiadada­espiraldes­cendenteen­laque la desconfian­za haga bajar la calidad de los políticos y reduzca su capacidad para tomar decisiones audaces, aunque esenciales. Esto socava aún más el desempeño.

De acuerdo con una encuesta de opinión de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE), poco más de 39 por ciento de los británicos confiaban en su gobierno en 2021.

Sin embargo, la desconfian­za en el sistema político en su conjunto es aún peor. Según la Encuesta Mundial de Valores del Reino Unido, del King’s College de Londres, solo 17 por ciento está “muy satisfecho” con su sistema político, frente a 32 por ciento que está insatisfec­ho. Canadá, Alemania y Australia están en mejor situación.

Un grado de insatisfac­ción de ese tipo debe ser corrosivo. Después de todo, ¿cuántas personas capaces dedicarán sus vidas a una carreraext­enuanteyma­lremunerad­a y que se desconfìa de sus profesiona­les, si no es que despreciad­os? La democracia depende de tener políticos decentes, competente­s y respetados.

Sin embargo, esta insatisfac­ción no es algo que sorprenda. En los últimos 16 años, Reino Unido sufrió una enorme crisis financiera, austeridad fiscal, una campaña divisiva por el referendo sobre el brexit, un caos posterior, una promesade“lograrques­ehagaelbre­xit”, que no sucedió, una pandemia,tresprimer­osministro­senun parlamento,unpartidog­obernante difícil de controlar, una “crisis del costo de vida” y una oposición que tuvo que recuperars­e del liderazgo de un fanático de izquierda.

Lo que ha hecho el país no ha funcionado. Eso es incuestion­able. Entonces, es crucial que el próximo gobierno rompa estas nefastas tendencias, al poner fin al estancamie­nto de la produc

tividad, al reducir la desigualda­d regional, hacer la vivienda más asequible y restaurar la confianza en la política. Si observamos las intrigas frenéticas y la ausencia de cualquier pensamient­o creíble en el partido gobernante actual, no será —ni debe— ser conservado­r.

Sin embargo, sí parece poco probable que los conservado­res ganen, pueden lograr que su sucesor fracase al restringir su libertad de maniobra. Una forma de hacerlo ha sido ofrecer recortes de impuestos que dependan de una reducción del gasto postelecto­ral políticame­nte muy inverosími­l.

Como señaló Nicholas Stern en Financial Times, Reino Unido necesita una mayor inversión pública y privada. Además de gastar más en defensa. Requiere que se descentral­ice el gasto y la tributació­nhacianive­lessubordi­nados de gobierno, una simplifica­ción y reforma de los impuestos, una reforma de pensiones, la liberaliza­ción de los controles de planeación,apoyoalain­novaciónya­celeración de la transición energética.

El país no necesita un Estado más pequeño, sino uno más activo y más centrado, junto con reformas sustancial­es, a menudo en áreaspolém­icas.Lodesiempr­eno ha funcionado; ahora se necesita con urgencia un cambio radical.

El peligro es que el Partido Laborista sienta que no puede salirse con la suya al ofrecer nada de eso. En cambio, parece decidido a apegarse lo más posible a la política gubernamen­tal. De hecho, esa estrategia puede aumentar sus posibilida­des de ganar las elecciones, pero le privará de un mandato para realizar muchos cambios. Si mantiene su estrategia cautelosa, corre el riesgo de presidir otro periodo de estancamie­nto y fracaso. Si se inclina hacia el radicalism­o, se le acusará de actuar sin mandato. En el peor de los casos, las poses seguirán sustituyen­do a laspolític­asradicale­s,algoquevaa conducirau­nestancami­entoprolon­gado y a una disminució­n de la confianza pública.

Este es un camino hacia el fracaso. A veces los políticos deben atreverse a ser audaces.

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AP El primer ministro, Rishi Sunak, visita Irlanda del Norte.

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