Prohibido distraer al chofer
Según se cuenta esto de “prohibido distraer al chofer”, además de ser el letrero que aparecía en el respaldo del chofer de los camiones de transporte público que tomaba en la infancia, era una de las respuestas que Picasso solía dar cuando se le interpelaba sobre qué era lo que había querido decir en tal o cual pintura, o simplemente qué era lo que significaba.
Me he permitido iniciar con estas líneas para poder ser lo más claro posible a la hora de comentar la exposición Estoicas, inaugurada el pasado viernes 1 de marzo en el Museo Metropolitano de Monterrey, por medio del colectivo Fotógrafas de México, que dicho sea de paso cada vez tienen más y más variadas actividades a lo largo y ancho del país, enhorabuena.
Como todos los años, la exposición se monta como parte de las actividades que se llevan a cabo para conmemorar el 8M, o Día Internacional de la Mujer, fecha que viene celebrándose prácticamente desde principios del siglo XX. Dada la historia de las mujeres y, desgraciadamente, su permanente opresión, no es de extrañar que muchas de las actividades que se llevan a cabo en esta –y otras– fechas tengan un fuerte componente combativo, contestatario o, incluso, violento, como respuesta a lo poco que nuestras sociedades hacen por atender sus demandas y necesidades específicas.
Esta carga de información es necesaria para conocer las intenciones mismas de la exposición: por qué se invitó a tales o cuales productoras y por qué con esa(s) pieza(s) que, como conjunto, nos dice la muestra y su arreglo, etcétera. El problema es que a este “requisito” pudiéramos decir de toda exposición, en esta ocasión se le ha agregado en cada una de las cédulas individuales, largas y a veces confusas o contradictorias, sin relación con las imágenes de
_ la obra, explicaciones, justificaciones o descripciones, de lo que estamos viendo. El resultado es que, salvo casos excepcionales, el público termina de ver la muestra sin prestar mayor atención a tales discursos.