Milenio Monterrey

El exceso de ahorros de China es ahora un desafío

El gobierno de Pekín debe atreverse a elegir soluciones radicales, no se trata de otro “estímulo”, sino de cambiar la distribuci­ón de los ingresos y el gasto; se necesita una nueva estrategia macroeconó­mica

- MARTIN WOLF LONDRES

China es la superpoten­cia mundial del ahorro. En el pasado, en una economía de rápido crecimient­o con magníficas oportunida­des de inversión, sus elevadas previsione­s fueron un gran activo, pero también pueden causar grandes dolores de cabeza. En la actualidad, con el final del auge inmobiliar­io, manejar este capital se convirtió en un desafío. El gobierno chino debe atreverse a elegir soluciones radicales.

De acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), China generó 28 por ciento del ahorro mundial total en 2023. Esto es poco menos que el 33 por ciento de Estados Unidos y la Unión Europea combinados. Eso es bastante extraordin­ario. También tiene varias implicacio­nes. Una es que si China fuera una economía abierta, sus mercados de capitales serían los más grandes del mundo. Otra es que la forma en que se manejen estos ahorros puede ser el determinan­te más importante de las tasas de interés globales y de la balanza de pagos global.

Analicé estos desafíos subyacente­s en una columna en septiembre y en una visita reciente a China confirmé tanto la importanci­a de esta cuestión como la aparente falta de voluntad del gobierno para realizar cambios decisivos en la estructura del ingreso y el gasto. Por tanto, parece muy probable que China se mantenga con una inclinació­n general extremadam­ente alta a ahorrar, pero esto no se debe solo a la frugalidad de los hogares chinos, como muchossupo­nen.Aúnmásimpo­rtante es la participac­ión ultrabaja de los hogares en el ingreso nacional. En otras palabras, como argumenta Michael Pettis, de la Escuela de Administra­ción Guanghua de la Universida­d de Pekín, los ahorros de China son en gran medida una cuestión de distribuci­ón. Tal vez por eso es difícil reducirlos y por eso la tasa de ahorro se ha mante

nido por encima de 40 por ciento del producto interno bruto (PIB).

Para que la demanda iguale la oferta potencial en una economía de ese tipo, la inversión interna, más el superávit en cuenta corriente, debe igualar el ahorro deseado. Si no lo hacen, el ajuste se producirá a través de una actividad económica débil, es decir, una recesión o incluso una depresión. Esto es un “estancamie­nto secular”. Con ahorros tan altos como los de China, esto es difícil de evitar. Para lograrlo se requirió un enorme superávit en cuenta corriente antes de la crisis financiera global de 2008 y, después, del auge inmobiliar­io de China impulsado por la deuda.

Al parecer, esto último ya terminó. Entonces, ¿qué sigue? El curso natural sería que la tasa de inversión cayera. Es muy improbable que la tasa de inversión económicam­ente rentable pueda siga superior a 40 por ciento del PIB en una nación cuya tasa potencial de crecimient­o se redujo, como mínimo, a la mitad en los últimos 15 años. Eso no tiene sentido. El auge inmobiliar­io ocultó esta realidad. Ahora está aquí.

Si la tasa de ahorro se mantiene enelnivelq­ueestáylad­einversión cae, entonces la “solución” será un aumento del superávit en cuenta corriente a medida que los ahorros fluyan al exterior. Los datos oficiales todavía no lo muestran, pero hay dudas al respecto. Brad Setser, del Consejo de Relaciones Exteriores, argumenta que el superávit puede ser el doble de lo que muestran los datos oficiales, 4 por ciento del PIB. Una de las razones sonlasbrec­hasinexpli­cablesentr­e el superávit comercial en los datos deaduanasy­delabalanz­adepagos. Otraesquee­lalzadelas­tasasdeint­erés mundiales no se refleja en los ingresos de los activos extranjero­s.

Unsuperávi­tencuentac­orriente de 4 por ciento del PIB no parece grande según los estándares pasados de China, pero, desde 2007, cuando el superávit en cuenta corriente alcanzó un máximo de 10 porcientod­elPIB,suparticip­ación en la economía mundial (a precios demercado,queesloque­importa) subió de 6 a 17 por ciento. Así que, desdeelpun­todevistad­elrestodel mundo, un superávit chino de 4 porcientod­elPIBesmuc­homayor que uno de 10 por ciento en 2007.

¿Quién se hará cargo de los déficits compensato­rios? ¿Quién, en particular, los va a administra­r cuando el aumento concomitan­te de las exportacio­nes sea impulsadop­orlainvers­iónenprodu­ctosde fabricació­ncompetiti­vos,comolos vehículos eléctricos? La respuesta no son los países de altos ingresos solventes: las considerar­án políticas de “empobrecer al vecino”. Lo mismo ocurrirá con las grandes economías emergentes, como India. Si China quiere la solución mercantili­sta al exceso de ahorro, tendrá que financiar a los países emergentes y en desarrollo más pequeños.Puedefingi­rquesetrat­a de préstamos, pero gran parte del dinero serán subsidios a posteriori. Si financia energías renovables allí, puede ser algo bueno para el mundo pero, desde la perspectiv­a de China, sería un regalo costoso.

Desde el punto de vista económico, una solución mercantili­sta no funcionará. China es muy grande para intentar algo así. Entonces,silatasade­ahorrosema­ntiene tan alta, China necesita compensar la caída en la tasa de inversión inmobiliar­ia con algo más.

¿Qué puede ser y cómo puede ocurrir? Una solución obvia y deseable, que ya se produce, es un enorme aumento de la inversión en energías renovables. Los beneficios para la transición energética mundial serán enormes. La cuestión es qué tan grande puede ser esta inversión y qué tanto durará. Otra posibilida­d es una inyección aún mayor en la industria de fabricació­n, pero esto choca con los límites ya comentados de los mercados exteriores.

Como dijo Sherlock Holmes: “Una vez que eliminas lo imposible, lo que quede, sin importar lo improbable que sea, debe ser la verdad”.Dadoeltama­ñodeChina, su estado de desarrollo y su excesivoni­veldeahorr­os,unapartees­encial de cualquier estrategia para la estabilida­dmacroecon­ómicadebe ser un salto en el consumo privado ypúblicoco­moproporci­óndelPIB. Además, dadas las dificultad­es financiera­s de los gobiernos locales, esto también será un mayor papel del gasto del gobierno central.

Chinaneces­itaunanuev­aestrategi­amacroecon­ómica.Nosetrata deotro“estímulo”,sinodecamb­iar la distribuci­ón de los ingresos y el gasto. Los dirigentes no quieren hacerlo, pero los acontecimi­entos los obligarán a hacerlo.

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AFP Una solución obvia y deseable es un enorme aumento de la inversión en energías renovables.
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