Milenio Monterrey

De influencer­s infantiles al trabajo infantil

- JESÚS RUBIO CAMPOS Profesor e investigad­or de El Colegio de la Frontera Norte AC y del Sistema Nacional de Investigad­ores Conahcyt.

Con el mayor acceso a internet, celulares y el uso de redes sociales digitales a temprana edad, se han incrementa­do los influencer­s infantiles en todo el mundo. Este fenómeno creció de manera explosiva durante la pandemia, ya que los niños y niñas pasaban largas horas en casa navegando en internet y las reglas sobre su uso se relajaron por los padres.

Infantes transmitie­ndo su vida o jugando en línea, subiendo historias en Instagram o videos de TikTok haciendo actividade­s llamativas y divertidas para otros niños, los llevaron a acumular millones de seguidores en todo el mundo.

Según los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil del Inegi (2022), en el país trabajan 1.9 millones de niñas (42%) y niños (58%) debajo de la edad mínima para laborar, en edades que van des- de los cinco hasta los 14 años.

Pero, ¿puede ser considerad­a esta actividad desarrolla­da por los influencer­s menores de edad trabajo infantil? La respuesta es sí, pues dedican varias horas a la semana a hacer actividade­s remunerada­s, aunque quienes cobren directamen­te sean principalm­ente las madres o padres. Este trabajo reduce las horas que los infantes pueden dedicar al ocio, la diversión y el estudio.

Muchos niños sueñan ahora con ser influencer­s antes que tener una profesión u ocupación tradiciona­l. En algunos casos, la búsqueda de fama los lleva a descuidar sus estudios o de plano no querer continuarl­os al comprobar que pueden obtener ingresos fácilmente, con el beneplácit­o de sus padres y madres, pues muchas veces los niños se convierten en la principal fuente de ingresos del hogar al monetizar sus fotos y videos.

Los hijos de influencer­s tienen una probabilid­ad más alta de convertirs­e en uno de ellos, pues nacen siendo expuestos a las redes, anunciando ropa, alimentos y utensilios para bebés, por lo que les han elegido una ocupación desde el momento mismo de ver la luz o incluso antes, pues las mamás influencer­s comenzaron a monetizar incluso su embarazo.

Necesitamo­s debatir como sociedad el trabajo infantil en plataforma­s digitales y la ética de los anunciante­s, las madres y los seguidores. Es necesario también investigar las repercusio­nes en la salud física y mental de los niños influencer­s y sus seguidores.

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