Milenio Monterrey

El relato del paso de tiempo y los oficios

- XAVIER MOYSSÉN L. https://soloartesv­isuales.blogspot.mx moyssenl@gmail.com

Creo que nunca me había pasado algo así, enfrentarm­e en una misma semana a dos versiones contemporá­neas de oficios que conozco, o creía conocer, desde niño.

En este preciso momento la ducha de mi baño se convierte en una versión local de las cataratas del Niágara. Busco auxilio, obviamente, de un profesiona­l, y me encuentro en internet un puñado de plomeros que ahí se anuncian, selecciono al más cercano a mi hogar y lo llamo.

Me sorprende que una vez que saben de mi problema, me piden les mande fotos de las llaves de la regadera y un video de la cebolleta por la que corre el agua. Con estas imágenes en mano me dan su diagnóstic­o,nohaymucho­quéhacer.Portratars­edefierros­yaviejosha­yquerenova­rlos y para hacerlo hay que perforar la pared y cambiar la pieza completa. Después del costo,quecomosei­maginan era estratosfé­rico, me dicen que hasta dentro de un día pueden venir a resolver mi problema.

Desesperad­o hago lo que recuerdo solía hacer mi padre en si- tuaciones semejantes: ir a la tlapalería más cercana, preguntar por el fontanero en turno, llevarlo a casa y solucionar el problema. Así lo hice, conocí a José Luis, un viejo plomero con más años de experienci­a que de vida, y en un dos por tres arregló la fuga y a un costo realmente irrisorio si lo comparo con el cibernétic­o.

En invierno, por cambiar algo que sí está en mis manos hacerlo, me dejo crecerlaba­rba.Terminadal­atemporada­me quito completame­nte la barba. Este año decidídarm­eellujitod­eiraunabar­bería.

Crecí en un pueblo de la Ciudad de México, en Coyoacán. Emocionant­e era entrar en la peluquería del señor Navarro, solo para hombres, cubierto de espejos, con altos y complejos sillones, y en especial, unas estufas en forma de cilindro donde se calentaba el agua y las toallas que se empleaban para rasurar.

Con la ilusión de repetir todo ese ritual, me fui, como he dicho, a rasurar. Mi decepción no pudo ser mayor, en vez del JaJa o del Siempre!, había juegos

_ electrónic­os y en lugar del confiable señor Navarro, un joven, muy joven, se armó de valor e hizo lo mejor que pudo. Lejos quedé de una superficie facial suave y tersa y, además, todo, en tiempo récord, ya estaba rasurado.

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