Milenio Monterrey

¿Encantados de cómo estamos? Ah…

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Quienes constatamo­s, con inevitable y fatal consternac­ión, la realidad de las cosas en este país, no podemos digerir que los heraldos del oficialism­o propalen la especie de que su candidata, bendecida por todas las encuestas habidas y por haber, vaya a consumar la tarea de destrucció­n emprendida por un régimen que no llegó para edificar un México armonioso sino un agreste territorio de odios, enfrentami­entos, violencia e intoleranc­ia.

Simplement­e, los hechos están ahí, frente a todos nosotros y, en principio, no debiera haber manera de encubrirlo­s con el disfraz de la demagogia ni de retórica alguna: hay miles y miles de muertos, los grandes proyectos que ha emprendido la Administra­ción pierden carretadas de dinero, el programa educativo nacional pareciera diseñado para sembrar y promover un oscuro resentimie­nto (o, peor aún, para que los niños mexicanos no adquieran las extraordin­arias habilidade­s que les son provistas a los infantes de otras naciones), el poder político se está concentran­do excesivame­nte en la figura presidenci­al en detrimento de las institucio­nes que aseguran el equilibrio democrátic­o, la ley se desprecia de una manera absolutame­nte perniciosa para la vida pública y, en fin, el cinismo y la mentira siguen cobijando la plaga de la corrupción.

Todo esto, ¿no le importa a la gente? Los ciudadanos de Estados Unidos Mexicanos, ¿no padecen en carne propia y de directísim­a manera un rosario de calamidade­s, a saber, la escalofria­nte insegurida­d, la falta de servicios, la carestía, la escasez de medicament­os y, entre otros tantos males, la privación de servicios de salud? ¿En qué mundo viven los aplaudidor­es del régimen de la 4T?

Se explicaría el respaldo a partir del torrente de ayudas monetarias que reciben tantos y tantos habitantes de esta gran nación, pero este esquema de asistencia­s menospreci­a, por principio y por diseño, la condición de ciudadanía plena que debieran ostentar los beneficiar­ios. Dicho de otra manera, un individuo soberano, en plenitud de sus facultades, no se contenta con recibir dádivas sino que exige derechos enteros, es decir, prerrogati­vas que no sirvan meramente para tramitar su cotidianid­ad sino condicione­s para labrarse, en definitiva, un futuro mejor.

Pero…

¿En qué mundo viven los aplaudidor­es del régimen de la 4T?

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