¿Encantados de cómo estamos? Ah…
Quienes constatamos, con inevitable y fatal consternación, la realidad de las cosas en este país, no podemos digerir que los heraldos del oficialismo propalen la especie de que su candidata, bendecida por todas las encuestas habidas y por haber, vaya a consumar la tarea de destrucción emprendida por un régimen que no llegó para edificar un México armonioso sino un agreste territorio de odios, enfrentamientos, violencia e intolerancia.
Simplemente, los hechos están ahí, frente a todos nosotros y, en principio, no debiera haber manera de encubrirlos con el disfraz de la demagogia ni de retórica alguna: hay miles y miles de muertos, los grandes proyectos que ha emprendido la Administración pierden carretadas de dinero, el programa educativo nacional pareciera diseñado para sembrar y promover un oscuro resentimiento (o, peor aún, para que los niños mexicanos no adquieran las extraordinarias habilidades que les son provistas a los infantes de otras naciones), el poder político se está concentrando excesivamente en la figura presidencial en detrimento de las instituciones que aseguran el equilibrio democrático, la ley se desprecia de una manera absolutamente perniciosa para la vida pública y, en fin, el cinismo y la mentira siguen cobijando la plaga de la corrupción.
Todo esto, ¿no le importa a la gente? Los ciudadanos de Estados Unidos Mexicanos, ¿no padecen en carne propia y de directísima manera un rosario de calamidades, a saber, la escalofriante inseguridad, la falta de servicios, la carestía, la escasez de medicamentos y, entre otros tantos males, la privación de servicios de salud? ¿En qué mundo viven los aplaudidores del régimen de la 4T?
Se explicaría el respaldo a partir del torrente de ayudas monetarias que reciben tantos y tantos habitantes de esta gran nación, pero este esquema de asistencias menosprecia, por principio y por diseño, la condición de ciudadanía plena que debieran ostentar los beneficiarios. Dicho de otra manera, un individuo soberano, en plenitud de sus facultades, no se contenta con recibir dádivas sino que exige derechos enteros, es decir, prerrogativas que no sirvan meramente para tramitar su cotidianidad sino condiciones para labrarse, en definitiva, un futuro mejor.
Pero…
¿En qué mundo viven los aplaudidores del régimen de la 4T?