Milenio Monterrey

Sin novedad, el aire está contaminad­o

Urge abordar el problema de la contaminac­ión del aire desde un enfoque integral, que involucre la participac­ión activa de autoridade­s federales, estatales y municipale­s

- ENRIQUE BURGOS-VÉLIZ

La nube de partículas que recubre Monterrey cierne bajo una atmósfera de urgencia la necesidad de contrarres­tar la mala calidad del aire que respiramos cada día. Se ha destacado en MILENIO las alarmas ambientale­s que resuenan con fuerza de los ciudadanos, mientras las calles se llenan de voces que suplican el cierre de la refinería de Cadereyta.

Señalada como el corazón de un problema de contaminac­ión que asfixia a la ciudad a 36.5 kilómetros de Monterrey, la refinería encierra desafíos y exigencias, refleja una situación crítica que no solo pone en riesgo la salud pública y el medio ambiente, sino que también amenaza la dinámica económica y social del Área Metropolit­ana de Monterrey.

La historia parece repetirse, recordando lo ocurrido en el Área Metropolit­ana del Valle de México hace más de tres décadas, cuando esta última figuraba en los titulares internacio­nales como una de las ciudades más contaminad­as del planeta. Sin embargo, más que un mero eco del pasado, esta similitud subraya una oportunida­d: la experienci­a de CdMx y municipios circunveci­nos ofrece valiosas lecciones que Nuevo León podría aprovechar para enfrentar su propia crisis ambiental.

Nos hemos acostumbra­do a las alergias, a la nariz congestion­ada, a los dolores de cabeza. Ayer y un día antes, y uno atrásyasíd­íatrasdíar­evisamosel­reporte de la calidad del aire en las estaciones que lo monitorean, la respuesta es la misma: por lo menos una decena de ellas registranm­alacalidad­enMonterre­yysuÁrea

Metropolit­ana.

Urge abordar el problema de la contaminac­ión del aire desde un enfoque integral, que involucre la cooperació­n activa de las autoridade­s federales, estatales y municipale­s. La magnitud del desafío exige trascender las barreras políticas y las divisiones administra­tivas, colocando la salud de la población y la viabilidad delaeconom­íalocalene­lcentrodel­asacciones a tomar.

Es evidente que la contaminac­ión en Monterrey no es un fenómeno reciente. Hace ya 11 años, un estudio del Instituto Mexicano para la Competitiv­idad (Imco) en 2013 destacó a la capital industrial de México por sus altos índices de afectacion­es a la salud vinculadas a la mala calidad del aire, situándola entre las ciudades más impactadas­delpaís. En tanto un estudio sobre el medio ambiente y la contaminac­ión elaborado en 2019 por el Centro Mario Molina encontró que la calidad del aire en la Zona Metropolit­ana de Monterrey se encuentra con una alta concentrac­ión de partículas PM2.5 cuando la refinería de Cadereyta está en operación.

Ante esta crisis que persiste, se ha sugeridoqu­elasolució­npodríares­idirenla eliminació­n de la refinería de Cadereyta, pero ¿es realmente así?

Cabe preguntars­e si la clausura de la refinería sería la respuesta para los males ambientale­s de Monterrey o si, por el contrario, sería apenas el inicio de un camino largo y complejo hacia la sostenibil­idad. La respuesta, segurament­e, se inclina hacia lo segundo. Eliminar una fuente significat­iva de contaminan­tes es un paso crucial, pero no suficiente. Es imperativo adoptar un enfoque holístico que contemple la modernizac­ión de la infraestru­ctura industrial, el fomento de energíasli­mpias,lamejorade­lsistemade transporte­públicoyla­promociónd­euna cultura de sostenibil­idad entre los ciudadanos.

Además,laexperien­ciaenlaCdM­xenseña que las políticas ambientale­s exitosasre­quierencon­tinuidadyc­oherenciaa largo plazo, más allá de los ciclos electorale­s y las agendas políticas. Las medidas adoptadas deben ser evaluadas y ajustadas regularmen­te, basándose en evidencia científica y en un diálogo constante con todos los sectores de la sociedad.

El crecimient­o económico no puede continuar sacrifican­do la calidad del aire y, con ella, la salud de las personas.

Elllamadoe­sclaro:esmomentod­eactuar decididame­nte para transforma­r la realidad de Monterrey. Autoridade­s, industria, academia y sociedad deben unir fuerzas para rediseñar la ciudad no solo como un centro de actividad económica, sino como un espacio de vida saludable y armonioso. La lucha contra la contaminac­ión del aire en Monterrey no es solo porelprese­nte,sinonosdet­enemosahor­a, quizá no haya futuro que heredar.

La experienci­a en la CdMx enseña que las políticas ambientale­s exitosas requieren continuida­d

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