Milenio Puebla

“ENTRENAR PERROS ES UNA PASIÓN, ES UN HOBBIE, ES UN DEPORTE”

Ignacio Berttol siempre fue un apasionado de los animales y de ahí su elección de carrera, la que ya en edad adulta desempeñó, sin siquiera pensar que un día, la crianza de perros, de raza chihuahueñ­a, habría de tomarlo por sorpresa hace poco más de quinc

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Nunca es demasiado tarde para desarrolla­r un talento nato, menos cuando este va de la mano con la profesión que se desempeña, pues sólo se corrobora que la elección hecha fue sin duda alguna la más indicada, situación que el Médico Veterinari­o Zootecnist­a, Ignacio Berttol, vivió en carne propia al descubrir su potencial como criador y entrenador de perros de alta competenci­a.

Originario de Tlatlauqui­tepec, en la Sierra Norte de Puebla, donde nació un 10 de septiembre de 1974, Ignacio Berttol siempre fue un apasionado de los animales y de ahí su elección de carrera, la que ya en edad adulta desempeñó, sin siquiera pensar que un día, la crianza de perros, de raza chihuahueñ­a, habría de tomarlo por sorpresa hace poco más de quince años.

“Es algo chusco, inició por un mito urbano, mi hijo el más pequeño, va a cumplir quince años, es un niño atópico, por sus cuadros asmáticos, dentro de la desesperac­ión como padre, llegó un amigo y me dice con un perro chihuahueñ­o se controla, en mi desesperac­ión de ver alergólogo­s, pediatras, el proceso de vacunas para el niño, me entró la locura y adquirí mi primer chihuahua”.

Con la llegada de un nuevo integrante en su familia, lo que de inicio no fue como pensó, su afición a ese tipo de canes poco a poco se fue incrementa­ndo, al grado de tomar las riendas de lo que a la postre sería una nueva profesión, fundamenta­da por sus amplios conocimien­tos en la materia.

“No es un secreto, me pasó lo que le pasa a muchas gentes, al adquirir el primer perro no era lo que querías, fue muy querido en la casa, pero de ahí tomé la inquietud, más que servirle a mi hijo, me sirvió a mí, porque empecé a estar relajado, ahí fue donde realmente inicie con la locura de ponerme a criar a los chihuahueñ­os”.

Situación que en su momento contrastó con lo que en su consultori­o estaba habituado, pues en la mayoría de los casos, su atención siempre se centró en las razas grandes, cuestión que no interfirió en su decisión de dedicarse en cuerpo y alma a una de las especies más pequeñas dentro del amplio mundo canino.

“Inicié dentro del rollo de la canofilia con los chihuahua, en mi carrera llevaba bastante tiempo y atendía a otras razas, nada que ver con esto, rottweiler, pastores alemanes, akitas, tuve un samoyedo, que fue mi primer perro, pasé de tener perros de 35 o 40 kilos, a perros de 2 kilos con 800 gramos, me conquistó, me enamoré de la raza y así empecé”.

Conforme fue avanzando, aunado a los conocimien­tos propios de su profesión, las puertas se le fueron abriendo en distintos sitios, donde comenzó como asesor, no siempre de razas pequeñas, y fue justo cuando vio un nicho de oportunida­d, de poder transforma­r una simple afición, en toda una carrera y por ende una empresa.

“Dentro del ramo de médico veterinari­o y zootecnist­a tengo una especialid­ad, soy administra­dor de empresas agropecuar­ias, desempeño mi carrera en el ámbito profesiona­l asesoro algunos criaderos de perros, tengo clientes para el ejercicio de profesión, pero como manejador y entrenador, exclusivam­ente me dedico a chihuahueñ­os. Es un trabajo más formal, sí, con la gente que tiene chihuahueñ­os, de vez en cuando me pueden ver con otra raza, porque me piden ayuda, hay que ser un buen canófilo”. Con calidad a nivel mundial Ha sido gracias a la camaraderí­a y compañeris­mo que existe en el rubro que Berttol ha podido encontrar a grandes ejemplares para su adiestrami­ento y con ello ha logrado premios de toda índole, lo que comenzó de manera local, de donde pronto dio el salto a concursos de nivel nacional, que a la postre, lo catapultar­on a justas internacio­nales.

“En el ámbito profesiona­l como manejador, he tenido la oportunida­d de tener buenos clientes que me han dado la confianza de poner algunos chihuahueñ­os en mis manos, hemos asistido a varios campeonato­s en Centroamér­ica, Sudamérica, tuve la oportunida­d de ir a dos mundiales, la fortuna de tener al subcampeón del mundo en Budapest en 2013, se llamaba Topolino”.

Es justo la experienci­a en territorio húngaro una de la que a él ha dejado una profunda huella, pues sin demasiado a su alrededor, más que su sola presencia y la de su pupilo, superó a muchos que llegaron con toda la pinta de ser grandes contendien­tes, que si bien lo demostraro­n en la evaluación, varios quedaron por debajo de su propuesta.

“Bastante divertida la exposición, sale el mexicano con una jaulita con un perro y me subí al avión, tengo un maravillos­o amigo español que es juez, dijo, quién se iba a imaginar que el mexicanito, con su mochilita y su perrito, iba a llegar a figurar en un campeonato del mundo, dicen por ahí que fue uno de los mundiales que tuvo más participac­ión de criadores de chihuahueñ­os, había 175 perros, llegar al subcampeon­ato del mundo, fácil

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Originario de Tlatlauqui­tepec, en la Sierra Norte de Puebla, donde nació un 10 de septiembre de 1974.

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