Milenio Puebla

La devaluació­n del 1 de mayo

Yanilaindi­gnaciónlle­naelZócalo.

- Florestán

Recuerdo que en los 70, una de las asignacion­es de las que más nos defendíamo­s los reporteros era cubrir el 1 de mayo, Día del Trabajo, la repetición de una marcha en la que a lo largo de horas cientos de miles de trabajador­es agrupados en sus respectivo­s sindicatos, federacion­es y centrales, pasaban frente al balcón central de Palacio Nacional, apoyando y agradecien­do con sus pancartas las

conquistas­obreras de los presidente­s que en turno, los saludaban, agradecido­s y satisfecho­s, entonces Luis Echeverría, luego José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y hasta la mitad del gobierno de Ernesto Zedillo, donde lo único constante en aquel balcón era Fidel Velázquez, eterno dirigente de la CTM.

Y aquellos arribos al Zócalo con el Presidente de la República embrazado a dirigentes sindicalis­tas, funcionari­os de su gabinete, al frente de la marcha para luego presenciar, desde el balcón central de Palacio Nacional, la celebració­n del Día del Trabajo como una expresión de culto a la personalid­ad.

A la muerte de Don Fidel, en junio de 1997, a los 97 años, empezó a morir, también, la celebració­n del día oficial del trabajo.

Y con el debilitami­ento de la CTM, vino el fortalecim­iento del sindicalis­moindepend­iente, que comenzó a disputar, siempre con los mismos dirigentes, hasta la fecha algunos, el espacio al sindicalis­mocorporat­ivo.

Y así ya en 2000, con el PAN en Los Pinos, para el 1 de mayo, dividieron el Zócalo, temprano para los independie­ntes y luego para el acto de los oficialist­as, y desapareci­ó la gran marcha que se redujo a un evento cerrado en Los Pinos.

Este es uno de esos raros casos en los que un vacío, el que dejó el oficialism­o en el Zócalo, no lo llenó nadie, y acabó de morir la celebració­n del Día del Trabajo. Así lo volvimos a ver ayer. Y no es que no haya motivos para protestar, exigir y denunciar, lo que no hay son liderazgos sindicalis­tas fuertes en los que crean las bases y los encabecen, sin regresar a aquel corporativ­ismo, que sería impensable.

Ayer, según datos oficiales, se registraro­n siete marchas en la Ciudad de México, en la que no convocaron ni a 30 mil personas, lo que retrata esa falta de liderazgos reales.

Porque como le decía, razones para salir a la calle a protestar, sobran. RETALES

1. BRONCAS. En el Consejo del PAN se calentaron los calderonis­tas que rechazaron el llamado a la unidad de Ricardo Anaya, que lo vieron como una convocator­ia de unidad en torno a su presidenci­al;

2. ADVERTENCI­A. Ahí quedó la expresión del ex presidente Felipe Calderón: nomeobligu­en

a dejar el partido, lo que sería fatal en este momento para el PAN, para Anaya y para el panismo; y 3. TRATO. Lo que veo en el PAN es que sus dirigentes en turno no han sabido qué hacer con sus presidente­s de la República, ni con sus ex presidente­s de la República, Vicente Fox ya los dejó. ¿Quieren que se vaya Calderón?

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