La creación de una conciencia nacional
L a democracia es la solución a todos los males y el valor al que se aspira con más insistencia. Acaso por su formación europeizante y su ideal liberal no alcanzan a comprender con profundidad el problema de las culturas indígenas y su rica variedad. Su visión de lo indígena es reduccionista, con enfoques paternalistas y pretende superar sus problemas mediante un necesario proceso de municipalización; pues el municipio es la base de la organización de la república federal.
La cultura es progreso; y democracia es sinónimo de evolución y responsabilidad. Desde el punto de vista político el ideal es construir el nacionalismo mexicano en una comunidad armónica orientada por la idea del progreso.
La sociedad ideal se compone por un conjunto de propietarios dedicados al trabajo productivo, cuya principal preocupación es contrarrestar, mediante procedimientos democráticos, los aspectos opresivos del aparato estatal, y su modelo económico está asociado a un educativo que tiene un peso decisivo. Por eso, el programa educativo de México consume en gran parte sus esfuerzos, pues es concebido como una exigencia para alcanzar una conciencia nacional.
En la construcción de la conciencia nacional en el siglo XIX pesa poco el mundo indígena, no obstante su importancia numérica. Los valores imperantes son europeos, aunque se haga hincapié en la especificidad americana. La fe en el progreso y en la técnica llevan a despreciar los modelos productivos tradicionales. La devoción por la ciencia impide una comprensión profunda de la mentalidad indígena. Por otro lado, el individualismo es el punto clave de las ideas liberales no adaptándose a la realidad mexicana e impidiendo apreciar las estructuras comunitarias indígenas.
Puede decirse, incluso, que algunas ideas liberales fueron utilizadas para favorecer el caciquismo, pues la democracia de los pequeños propietarios, a la que se aspiraba, fue puesta en escena como una democracia orientada en provecho de una minoría que se reservó los beneficios del saber y de la manipulación política. Los empeños por generalizar la educación laica, gratuita y obligatoria, sufragada por el gobierno, no tuvieron concreción en su época ni las demandas favorables a la dignidad y la igualdad cívica de la mujer. Tendría que llegar una revolución social profunda, de nuevo tipo, para que todas estas ideas y propuestas pudieran empezar a concretarse.