Miguel Ángel Mancera, de jefe de Gobierno a regente
La elección de Miguel Ángel Mancera como jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal fue un hito: en los 15 años de democracia local en la capital del país, nadie había llegado al puesto con tanta holgura. Ganó por diferencia de 44 puntos porcentuales; más de 2 millones de votos.
Se daba por descontado que Mancera continuaría el camino de sus predecesores: gobernaría una ciudad segura y a la vanguardia. Sin embargo, desde el inicio hubo un gran problema: nunca se planteó para qué quería ser jefe de Gobierno y qué aportaría a Ciudad de México.
Por eso tiró por la borda el mandato que añora cualquier gobernador: aprobación altísima y congreso local con mayoría. Y lo peor es que fue a cambio de nada.
Ahora, cuando concluya su encargo, legará una herencia que tendrá repercusiones negativas y duraderas: destruyó la ciudad al otorgar permisos irregulares de construcción por doquier. Por eso tenemos panales masivos en forma de edificio que solo causan mayor escasez de agua en una ciudad de por sí seca. Taló indiscriminadamente árboles para dar paso a los automóviles.
Gastó cientos de millones de pesos en una Constitución tan mal redactada que su único logro fue unir a todos los organismos capaces de presentar controversias y acciones de inconstitucionalidad para denunciar la aberración.
Por último, dejó que los índices delictivos llegaran a máximos históricos. Esto a pesar de que fungió como procurador en el gobierno de Marcelo Ebrard. Cabe preguntarse quién se encargaba de la seguridad entonces, porque no parece que haya sido él.
El mandato de Mancera dejará efectos nocivos y probablemente irremediables en la capital. La honrosa excepción de este desastre es el aumento al salario mínimo, idea de Salomón Chertorivski.
Dicen en los círculos políticos que el jefe de Gobierno piensa pedir licencia en verano para formalizar su precandidatura a la Presidencia de México. Por el bien de la ciudad, debería adelantar la fecha. Sería lo único positivo de sus cinco años en el poder.