Huachicoleros, el talón de Aquiles
La materia prima de la delincuencia organizada, a diferencia de las entidades del norte, noreste y occidente con todo tipo de drogas, en la entidad poblana, es el robo de combustible a Pemex, pero el modus operandi es el mismo.
No solo eso, las bandas criminales detrás de los “huachicoleros” han diversificado la comisión de diversos delitos en Puebla como el robo de vehículos con violencia, homicidios dolosos, lavado de dinero, cobro de piso, extorsiones y secuestros.
La Fiscalía General del Estado identificó en recientes declaraciones periodísticas que son los cárteles de la droga, los que están ligados al robo de combustible y al control del mercado negro: Los Zetas y Cártel Jalisco Nueva Generación.
Como ha ocurrido en estados como Nuevo León, Tamaulipas y Sinaloa, solo por citar tres, los grupos de la delincuencia organizada han penetrado en amplios sectores sociales para utilizarlos como “escudo humano” y social, beneficiándolos con apoyos económicos.
En el caso particular del robo de combustible a través de las tomas clandestinas, los delincuentes lograron corromper a las policías municipales, a los alcaldes que se pusieron a su servicios y a los ejidatarios para ceder sus predios de cultivo; mientras que con la población, involucraron a “halcones” (principalmente niños) y a vendedores de gasolina robada.
La estrategia y logística en la sustracción de combustible siempre ha tenido el componente social al corromper el tejido social, haciéndose del respaldo de amplios sectores de la población para ahuyentar la presencia de las fuerzas armadas e inhibir a las corporaciones policiacas.
Así como los carteles de la droga lograban manipular a amplios grupos sociales para bloquear calles, avenidas y bulevares en ciudades como Monterrey, en el estado de Puebla tienen hoy la capacidad de paralizar la autopista Puebla- Orizaba y “halconear” los movimientos policiales y castrenses.
En Puebla, los tres niveles de gobierno, unos por omisión y otros por comisión de actos de corrupción, dejaron en manos de la delincuencia el control de las redes subterráneas de Pemex para la ordeña, con el apoyo de técnicos de la petrolera, adentro y afuera.
Son los mismos delincuentes los que han generado la “cultura huachicolera” con el pago a músicos locales para componer corridos que hacen apología al delito y al “huachicolero” como una forma de vida, frente a la incompetencia e inmovilidad gubernamental.
Impunes, hoy comercializan entre los consumidores de autos particulares, abastecen gasolineras, venden a empresas con flotillas de transporte y lavan dinero en la banca, con adquisición de bienes y servicios, amén de la capacidad de fuego capaz de mermar las filas castrenses.