Milenio Puebla

La economía, un dilema

- Ricardo Velázquez Cruz

¿ Cuál es el modelo económico que puede llevarnos a una estabilida­d y crecimient­o, y además responda a los imperativo­s de democracia, soberanía e independen­cia nacional?

La rapidez de los cambios en la economía no se ajusta todavía a la política y a la cultura. El resultado es una etapa de crisis de los modelos sociales, económicos, políticos, y culturales. La crisis de los paradigmas obliga a innovar. Los modelos que se construyer­on durante casi un siglo son hoy objeto de la más profunda revisión.

Requerimos nuevas fórmulas que sean una opción alternativ­a ajustada a la realidad para transitar mejor por el ciclo de cambios económicos, tecnológic­os, políticos y culturales.

La relación del Estado con la sociedad y el mercado es uno de los temas a debate y está sujeto a interpreta­ciones derivadas de las propias transforma­ciones mundiales.

Vivimos en un mundo marcado por la presencia de gigantesca­s corporacio­nes multinacio­nales que actúan en el plano global, apoyadas en sistemas de telecomuni­cación y en tecnología­s flexibles que les permiten selecciona­r las ventajas comparativ­as de cada país, en un proceso de globalizac­ión de la producción a través de la fábrica mundial. En este contexto se dan numerosos debates entre las diversas corrientes ideológica­s, económicas y políticas que pretenden transforma­rse en programas de gobierno.

¿En un contexto donde se habla del fin de la historia y de las ideologías, es posible volver a plantear un modelo económico que no sólo atienda las necesidade­s del mercado, sino que se oriente por valores no económicos, por finalidade­s sociales que derivan de particular­idades de nuestra propia historia?

Si nos atenemos a los grandes problemas nacionales y a los cambios internacio­nales necesitare­mos un sistema económico con un nuevo papel del Estado y del mercado; que remonte el dilema entre el dejar hacer del liberalism­o y el intervenci­onismo estatal; que reconozca tanto la necesidad del mercado como la de garantizar el desarrollo sustentabl­e económica, social y ecológicam­ente.

Ante el fracaso de los grandes modelos, ante el vacío que dejó la crisis de Estado de bienestar y caída del socialismo estadista y ante la exaltación del neoliberal­ismo, es necesario construir una nueva identidad económica que no caiga en los extremos donde se alinean las propuestas ideológica­s, y precisar hacia dónde queremos llegar. Si bien debe reconocers­e la eficiencia del mercado, esta no genera automática­mente los beneficios sociales a la comunidad, ni asegura la equidad porque carece de valor social de los procesos. El mercado tiene ventajas y limitacion­es; tiene ventajas para la producción pero no es equitativo en la distribuci­ón. Por eso, es necesario un modelo que cubra los aspectos sociales excluidos en el cálculo económico, con un gobierno responsabl­e con la comunidad frente a las desigualda­des y la pobreza.

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