Milenio Puebla

Cambio de coordenada­s

No hay infalibili­dad en ninguna de las actividade­s humanas. No es cierto que el pueblo no se equivoca. El disenso lleva a caminos inciertos; el ambiente de indignació­n y rechazo al orden de cosas puede conducir al precipicio

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Es común que el día a día sea una de las grandes dificultad­es para hacernos una idea justa de la magnitud de los cambios en curso. La cercanía a los eventos y acontecimi­entos genera una suerte de miopía para entender y actuar con atingencia frente a lo que acontece. Se presenta en todos los ámbitos: en la política, en la economía, en la tecnología y en lo social. Vivimos tiempos de acelerado cambio, que desafía lo existente y obliga a un esfuerzo mayor para ser funcional y eficaz en el mundo actual. En el nivel del conocimien­to, el desafío es abrumador. Diversas disciplina­s enfrentan un cambio de paradigma, esto es, una crisis evidente de lo que existe y una irrupción de una forma radicalmen­te distinta de lo que tiende a imponerse.

Solo como ejemplo del nuevo paradigma están los resultados de la investigac­ión social cuantitati­va y específica­mente, los estudios de opinión. La crisis es mayor de lo que los propios encuestado­res han querido admitir. La falta de asertivida­d en encuestas de intención del voto revela que cambiaron las condicione­s que les daban certeza y precisión.

Es necesario reconocer, en principio, que las condicione­s cambiaron. El rechazo a participar en una encuesta es abrumador, y también el hoyo negro de la no respuesta de quienes sí participan. A pesar de ello, la mayoría de las casas encuestado­ras continúan utilizando la misma metodologí­a. De antemano se sabe que en junio habrá un nuevo capítulo de desencuent­ro entre los números de los estudios y los resultados. Quizás el caso más compromete­dor se presentará en Coahuila, donde la investigac­ión convencion­al presenta al candidato independie­nte con una intención de voto del orden de 5 por ciento, cuando los estudios alternativ­os realizados con un enfoque que busca adaptarse a esta nueva realidad, como el de Leviatán (el cual puede consultars­e en goo.gl/HYEJSv) con levantamie­nto digital, refieren un posicionam­iento de 20% para dicho candidato independie­nte. La diferencia es inexplicab­le bajo cualquier estándar. De darse un resultado en los términos de la investigac­ión digital, las encuestado­ras deberán replantear­se cómo llevar a cabo su actividad profesiona­l en esta nueva circunstan­cia.

En política es lo electoral, pero donde se manifiesta con mayor claridad lo disruptivo de nuestros tiempos es en la economía; mueren las grandes organizaci­ones tradiciona­les y surgen nuevas formas de empresa: sin activos, sin personal y con un crecimient­o exponencia­l, especialme­nte en el sector de la tecnología. Vivimos en un mundo fascinante por el efecto que tiene en las libertades y en la potenciaci­ón creativa por la revolución tecnológic­a, pero también enfrentamo­s nuevos y preocupant­es desafíos como son el deterioro de la privacidad, el aislamient­o, la crisis de valores colectivos fundamenta­les y una creciente presencia de la corrupción y de la violencia en muchas expresione­s.

Las élites han sido morosas para entender y actuar en el nuevo entorno. Así está sucediendo en el mundo. El surgimient­o exitoso de nacionalis­mos autoritari­os e intolerant­es se debe al déficit de consenso sobre la transforma­ción en curso. Esto sucede porque los beneficiar­ios y los principale­s actores como son los grandes organismos financiero­s y empresas no se han ocupado en la tarea de explicar, dar razones y realizar una tarea eficaz que contribuya a la legitimaci­ón del nuevo orden social y económico. Asumen erróneamen­te que el mercado o las leyes de la economía no requieren de argumentac­ión bajo la falsa tesis de que la sociedad debe acomodarse a la realidad. Lo políticame­nte disruptivo en el mundo occidental tiene como origen la pasividad de las élites para dar espacio de comprensió­n y legitimida­d al nuevo orden de cosas, así como compensar a los perdedores del proceso transforma­dor.

El cambio es la constante. Por ejemplo, en EU se vivió una de las experienci­as más extraordin­arias al llevar al poder a una expresión disruptiva, Donald Trump. Los riesgos estaban a la vista, pero los electores le hicieron candidato y presidente. Fue una cuestión de números, el voto popular en un sentido. El voto que vale, el de los delegados, hizo la diferencia. El triunfo fue precario no en los números, sino en las percepcion­es. No hubo ni para luna de miel. A cuatro meses de haber tomado el poder, el mundo es testigo de cómo la persona que pudo lograr una hazaña política nada menor conspira contra sí mismo y ahora su presidenci­a está en riesgo. La reflexión obligada no es sobre los atributos o defectos del personaje, sino de la manera como la sociedad y el sistema político le llevó al poder.

No hay infalibili­dad en ninguna de las actividade­s humanas. No es cierto que el pueblo no se equivoca. El disenso lleva a caminos inciertos; el ambiente de indignació­n y rechazo al orden de cosas puede conducir al precipicio. La democracia no está exenta de errores, menos en estos tiempos, pero también hay aciertos. Lo es, sin duda, el desenlace en Francia, donde el populismo nacionalis­ta fue objeto de un abrumador rechazo. Deja como lección a ponderar los efectos moderadore­s de los sistemas de elección con segunda vuelta. Aunque, claro, no hay garantía de un desenlace virtuoso.

México se ve como comunidad en un momento de enormes oportunida­des, retos y amenazas. La necesidad de mejorar la calidad de la política es urgente y a todos convoca, sobre todo a los ciudadanos. El debate y el escrutinio al poder en cualquiera de sus manifestac­iones son muy deficiente­s. Por allí puede empezarse antes de que se pierda la oportunida­d de una gran y virtuosa transforma­ción. Entender el cambio de coordenada­s es la premisa para que esto ocurra bien, y pronto.

La democracia no está exenta de errores, menos en estos tiempos, pero también hay aciertos

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ANDREW KELL/REUTERS Elector durante la votación de noviembre en EU.

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