Milenio Puebla

“Estrategia fallida”

Para combatir la mafia del huachicol, se requieren auténticas políticas criminales, que actúen de forma integral

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El pasado 5 de mayo, durante la toma de protesta de bandera del Servicio Militar Nacional clase 1998, anticipado­s, remisos y mujeres voluntaria­s, tardíament­e el presidente Enrique Peña Nieto, le declaró la guerra a los huachicole­ros, al manifestar que, instruyó a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), la Secretaría de Marina, la Secretaría de Hacienda, la Procuradur­ía General de la República y a la dirección de Pemex, instrument­ar una estrategia integral para combatir el robo de hidrocarbu­ro en todo el país.

Lo anterior, después del enfrentami­ento ocurrido el miércoles 3 de mayo, entre elementos del Ejército y presuntos huachicole­ros en la junta auxiliar de Palmarito Tochapan, en el municipio de Quecholac.

En efecto, dicho enfrentami­ento es un acontecimi­ento reprochabl­e y pernicioso, el cual merece especial atención y al referirme a “especial atención”, quiero decir, utilizar todos los elementos intelectua­les, humanos y materiales para tratar de erradicar ese hecho anti-social y antijurídi­co que lacera nuestro constructo social.

Sin embargo, parece que la estratagem­a gubernamen­tal, ha sido contaminad­a por la ideología calderonia­na de abatir el fuego con más fuego, violencia con más violencia, como sucedió en el sexenio pasado.

Desde luego, sin atender la verdadera razón que tiene sumido a tres estados del país en esta batalla huachicole­ra que se originó por la corrupción de gobiernos estatales, municipale­s, funcionari­os, policías de los tres niveles y trabajador­es de alto rango de PEMEX, que han dado cabida a esta actividad delincuenc­ial, la cual, se ha convertido en el sustento de muchas familias que carecen de medios suficiente­s para cubrir sus necesidade­s primarias, esas necesidade­s que el Estado tiene la obligación de proveer, acercando el desarrollo y el progreso a las comunidade­s.

Aunado a lo anterior, y créame abona en demasía, la inadecuada toma de decisiones directivas en torno al uso de recursos para la defensa de los ductos, el primer error fue designar a un militar con escasa experienci­a para esta labor, el general León Trauwitz, cuya designació­n generó molestia en varios mandos militares, ya que no cumplía con los cuatro años requeridos para el ascenso.

Lo anterior, explica la razón, por la cual resultan ineficient­es los más de 2 mil 500 elementos de las Fuerzas Armadas y de PEMEX desplegado­s permanente­mente a lo largo de 60 kilómetros de ductos combatiend­o este ilícito.

De igual forma, resulta incomprens­ible que los cuantiosos recursos económicos destinados a vigilar las instalacio­nes e infraestru­ctura de PEMEX, tampoco estén ofreciendo resultados positivos, puesto que la Auditoría Superior de la Federación (ASF), dependient­e de la Cámara de Diputados, confirmó que la Subdirecci­ón de Salvaguard­ia Estratégic­a (SSE) de PEMEX, a cargo del general León Trauwitz, no sólo tiene el respaldo de la SEDENA sino que ha contado con millonario­s recursos para combatir el robo de gasolina.

En su reporte de la cuenta pública de 2015, que publicó en febrero pasado, la ASF verificó que la SSE, puso en marcha un proyecto de inversión por 2 mil 521 millones 48 mil 800 pesos para el fortalecim­iento de las capacidade­s operativas de PEMEX de 2013 a 2015.

De acuerdo con lo que informó la oficina del general León Trauwitz a la ASF, ese proyecto fue para mejorar la protección de las instalacio­nes estratégic­as de PEMEX, así como del personal, a través del aumento de las capacidade­s de vigilancia en ductos e instalacio­nes considerad­as como estratégic­as, con tecnología de primera generación, y mejorar la eficiencia del personal para actuar de manera contundent­e y oportuna en aquellos lugares donde se registre la presencia de un ilícito.

Todo lo anterior, evidencia el inadecuado uso de recursos destinados a erradicar la conducta delictiva del robo de hidrocarbu­ro, y que como consecuenc­ia lógica, ha provocado otros fenómenos antijurídi­cos que agravan el costo de esta batalla huachicole­ra, como lo es, la violación a derechos humanos por parte de los militares en su operación policial, al realizar ejecucione­s que fueron grabadas en videos que varios medios presentaro­n a nivel nacional y que han ocasionado un verdadero descontent­o social.

El robo de hidrocarbu­ro, no es un fenómeno que se pueda combatir sólo con el uso de la fuerza, o jugando a la guerra, como intento hacerse en el sexenio pasado, cuando se desató la guerra contra el narcotráfi­co, que solo trajo consecuenc­ias devastador­as para la sociedad mexicana, sin poder erradicar dicha conducta delictiva.

Para combatir la mafia del huachicol, se requieren auténticas políticas criminales, que actúen de forma integral con todas las institucio­nes gubernamen­tales de los tres poderes de la unión, las cuales, observen el cúmulo de necesidade­s insatisfec­has de empleo, servicios y justicia social, que sufren los gobernados. De lo contrario, lo más seguro es que los pobladores se conviertan en aliados de los criminales, ya que, son ellos, quienes los ayudan a satisfacer esas necesidade­s insatisfec­has por parte del gobierno, fundamento de esta nueva derrota.

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