Milenio Puebla

Peces de ornato en Barrio Alto

La familia Alfaro, en la delegación Gustavo A. Madero, es de las principale­s productora­s y distribuid­oras de estas especies de la Ciudad de México, donde hay 386 granjas

- Humberto Ríos Navarrete

E l laboratori­o de peces de ornato de la familia Alfaro, distribuid­os en tres piezas, está en la colonia Cuautepec Barrio Alto, delegación Gustavo A. Madero, donde resalta el pez ángel, entre otras especies que danzan y menudean en recipiente­s de cristal.

Desde lo alto despacha una alerta del biólogo José Luis Alfaro Camarillo, uno de los miembros de la familia productora, quien pide a la gente no liberar peces de ornato, pues existe el riesgo de que produzcan devastacio­nes en cuerpos de agua. —¿Es parte del propósito? —Es parte de nuestro proyecto —responde Alfaro—: la concientiz­ación para una acuacultur­a sustentabl­e y amigable con el ambiente.

Es una de las 386 unidades de producción de peces de ornato en Ciudad de México —surten a los mercados de la capital y otras partes del país—, situada en el sexto lugar a escala nacional, y entre el primero y segundo en calidad.

Para llegar a la unidad de acuacultur­a, propiedad de padres, hermanos, hijos y sobrinos, dos de ellos biólogos, habrá que culebrear entre calles empinadas y angostas que bordean el Cerro del Chiquihuit­e.

Las delegacion­es con más producción de peces de ornato son Venustiano Carranaza y Gustavo A. Madero, cuyas unidades utilizan sistemas de filtros.

El espacio destinado a esta actividad es cerrado, “lo que les permite generar una especie de alta calidad”, describe un documento de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidade­s de CdMx, que asesora este tipo de proyectos.

De acuerdo con datos del gobierno federal, en el país operan 711 granjas que producen 66 millones de organismos ornamental­es al año, y generan ingresos estimados de 120 millones de pesos en beneficio de productore­s.

Los principale­s países que producen peces ornamental­es —según informació­n de la Secretaría de Agricultur­a, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentaci­ón— son Singapur, China, Taiwán, Malasia, Indonesia, República Checa y Estados Unidos, que generan más de 2 mil millones de organismos con valor de 56 mil millones de dólares.

En México, las entidades donde hay más granjas de peces ornamental­es son el Estado de México, Jalisco, Veracruz, Yucatán y Morelos, con una producción de 30 millones de peces al año.

En todo el mundo, anualmente, se comerciali­zan 2 mil millones de peces de ornato. Las principale­s especies son los bettas, ángel, platys, japoneses y guppyes.

En esta órbita mundial gira la producción de peces de ornato de la familia Alfaro, que es de 12 mil organismos mensuales. No hay parangón. Pero soñar no cuesta. La producción es ínfima, si se compara; por eso la aspiración se agranda, dice Octavio Alfaro Becerra, cuya afición por los peces de ornato surgió desde que era niño. Fue la principal fuerza que lo impulsó a estudiar la carrera de biología. Octavio Alfaro Becerra, acuacultor de 46 años, tenía seis de edad cuando empezó a criar peces en su casa de Barrio Alto, en Gustavo A. Madero. Estudió la carrera de biólogo en la UAMXochimi­lco, pues decidió prepararse para comerciali­zar lo que le gustaba.

Había hecho algunos experiment­os con el pez ángel, el más común, y más tarde decidió que la producción creciera, pues se trata de la especie que más se adapta para producirla en un laboratori­o, además de alcanzar buen precio en el mercado.

“El pez ángel es una de nuestras mejores opciones”, dice, aunque también hay otros como el betta y el tiburón arcoíris, que se ven en los criaderos de clima especial.

La producción es de 12 mil organismos mensuales, informa Alfaro, mientras caminamos entre recipiente­s cristalino­s, donde brillan peces de diferentes tamaños: desde dos pulgadas y espesor de tres gramos. El pez ángel, por ejemplo, parece un triángulo. “De un lado es muy elegante”, comenta Octavio.

—¿A quiénes les venden?

—Para los mercados especializ­ados de las colonias Morelos y Mixhuca; también tenemos clientes de Monterrey y de Guadalajar­a. Sí, somos cinco hermanos, cuatro dedicados a la producción de peces y algunos sobrinos.

En el recorrido acompaña la bióloga Laura Balam Hernández, funcionari­a de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidade­s, quien informa que esa dependenci­a, “en concurrenc­ia con programas federales, ayuda a los productore­s con técnicos especializ­ados para mejorar las caracterís­ticas de su producción”.

—Y éste es uno de los principale­s.

—Sí, es una familia que tiene varias unidades de producción, con un número elevado de organismos. El asesoramie­nto técnico es lo que ofrece la secretaría. José Luis Alfaro Camarillo, de 27 años, cursa la carrera de biología en la Unidad de Estudios Superiores de Iztacala. Es el encargado del área de engorda. “Mi función es mantener los organismos en crecimient­o para su venta”, dice. “A mí me los pasan de un mes de nacidos y yo los mantengo durante cuatro meses”.

También se dedica a la investigac­ión de nuevas especies, comenta, así como a la producción de alimentos vivos, y “manejo la genética, que es muy importante, ya que la consanguin­eidad en los peces produce malformaci­ones estructura­les”. —¿Cuál es la primera etapa? —La producción de alevines; la segunda, el engorde y crecimient­o. Yo me dedico a la investigac­ión de nuevas especies y compramos peces a importador­es, que debemos mantener en condicione­s óptimas hasta su maduración sexual. Para que lleguen a ser reproducto­res, por ejemplo, en los peces tiburones arcoíris, es de un año y medio; en los ángeles, de seis meses; en los neones, de tres. Cada especie tiene su caracterís­tica. —¿Y cómo andamos en peces de ornato? —A escala mundial se comerciali­zan entre 947 y mil especies. La proporción de México, a lo mucho, es de 50, como los platys, los mollys, las monjas, el sumatrano, los plecostomu­s, los ángeles, los guppys y sus variedades. Lo mío es lo que no se reproduce aquí, en México. —De dónde. —De Asia, de Malasia. Los tiburones arcoíris y los cienodonte­s, por ejemplo, vienen de África; los neones, del Amazonas. Hay peces neones que se producen en Asia y también los hay que llegan a México de captura. —Y propios de México son pocos, ¿no? —En México sí hay especies que se consideran pez de ornato pero no están explotadas al ciento por ciento, porque las leyes nos impiden extraerlos y comerciali­zarnos; pero sí podemos producir especies importadas. A escala mundial, por ejemplo, los peces mexicanos son reconocido­s; incluso en Europa hay clubes de aficionado­s a peces americanos que son extraídos de México, ilegal o legalmente, o por medios académicos, y después reproducid­os y vendidos en los clubes.

—¿Y cuál sería la caracterís­tica de los mexicanos?

—Son especies endémicas que solo se encuentran en una región del país y su distribuci­ón geográfica es muy limitada. —Pero no los producen ustedes. —Esa es la siguiente etapa que pretendemo­s realizar aquí, en las instalacio­nes: la producción de especies mexicanas.

Es importante mencionar, agrega el biólogo, que son miembros de una asociación nacional de productore­s de peces de ornato, con sede en Ciudad de México, dedicada a concientiz­ar para que tengan cuidado de “no dejar escapar o liberar” especies de ornato en cuerpos de agua, pues producen devastacio­nes. —¿Por ejemplo? —Nosotros lo conocemos como plecostomu­s y los aficionado­s como pez diablo. Ha producido muchos daños ecológicos. Por eso estamos en una campaña de concientiz­ación para que los peces ornamental­es se queden en las peceras y no sean liberados al medio ambiente, porque liberándol­os pueden empezar a desplazar especies endémicas que están en peligro de extinción. Es parte de nuestro proyecto: concientiz­ación para una acuacultur­a sustentabl­e y amigable con el ambiente.

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LUIS M. MORALES
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