Milenio Puebla

DE REGRESO AL BONGO ROCK

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“Una calabaza se casó con un melón, los padrinos fueron una piña y un piñón”: Los Socios del Ritmo

De niño, en los años setenta, estudié en la primaria Silvestre Revueltas (una escuela pública, afuera de una ciudad perdida que estaba junto a los terrenos baldíos donde más tarde se construirí­a la delegación Benito Juárez, CdMx). Entonces escuchaba fielmente un programa de rock and roll en español por la radio de AM (tal vez Radio Variedades, pues mi onda era la música proto-grupera, tipo el Grupo Yndio, La Tropa Loca, Los Felinos, Los Terrícolas, Los Pasteles Verdes, etc.) Por escuchar ese programa se corrió el rumor de que me gustaba el rock y hasta una tía me regaló en mi cumpleaños un disco de un coro desconocid­o que había grabado covers de Jesucristo Superestre­lla, con un sello que decía en letras grandes: ÓPERA ROCK.

Para mí el rock era Angélica María, Los Teen Tops, Manolo Muñoz, Los Rebeldes del rock, Julissa, Los Locos del Ritmo y músicos similares; entonces no sospechaba que detrás de la palabra rock se agrupaban una bola de engendros tan diversos que podrían caber en un Festival Vive Latino.

Una vez, el Págüa (un amigo un poco más grande que nosotros) nos mostró un disco de Jethro Tull: TooOldto Rock’n’roll:

Too Young to Die! Mi primo Wille exclamó asustado: “¿Qué esa no es música para mariguanos?”.

A mediados de los setenta, de vacaciones en mi natal Xalapa, Veracruz, entré a una de las Discotecas Velasco y le dije a la dependient­a: “Por favor, véndame un disco de rock” (años después, durante la adolescenc­ia, tras escuchar a Juan José Calatayud en vivo, solicitarí­a: “Un disco de jazz, por favor”, lo mismo de Duke Ellington que de Tania María). La empleada regresó con un disco sencillo, de 45 RPM, y me dijo: “Tenemos éste”: The Incredible Bongo Band, música de la película El Hombre de dos cabezas, que de un lado traía Bongolia y por el otro Bongo Rock. Para mí el rock era otra cosa, pero el

Bongo Rock me gustó mucho y lo ponía una y otra vez. No sabía que, años después, la Incredible Bongo Band sería sampleada por grandes del hip-hop, como Kool Herc, The Beatie Boys y Grandmaste­r Flash and the Furious Five.

También sé más cosas, como que que el primer bongo rock lo grabó Preston Epps, en 1958. Pero cuando adquirí aquel disco sencillo, me encantaba el misterio de su procedenci­a, como las películas de kun fú que uno disfrutaba en cines piojito o al rentarlas en los primeros videoclubs.

La Incredible Bongo Band la creó en 1972 Michel Viner, productor de Pride (subsello de la MGM Records) para la banda sonora de la susodicha película

El hombre de dos cabezas. Gracias el éxito del sencillo, Viner grabó dos discos de larga duración: Bongo Rock (1973) y

Return of Incredible Bongo Band (1974), que en realidad no era una banda, sino una agrupación de músicos de estudio que ni parecen en los créditos.

El sonido de artistas desconocid­os siempre me ha gustado, tipo easylisten­ing,l ounge, chillout, soundtrack­s, temas de televisión, música de elevador, de supermerca­do, de artistas anónimos que posteriorm­ente influencia­ran a grupos experiment­ales como los geniales Residents.

Me encantan los subproduct­os de la cultura popular. A pesar de haber estudiado cinematogr­afía en el CUEC, nunca dejé de ver películas chafas con títulos tan atractivos como Los nazis del surf deben morir o Santa Claus a la conquista de los marcianos.

A diferencia de mis amigos escritores y p periodista­s, yo no leo libros por el autor, n ni por el contenido, sino por el título: C Consejos de una faraona egipcia para ser u una gran vendedora o Cómo dominar a s su hombre con consejos de entrenador­es p para perros. Yo no he disfrutado tanto E El llano en llamas ni El Quijote, como El E Espíritude Shaolín, auobiograf­ía de David Carradine,C donde el actor cuenta cómo barríab un gimnasio de artes marciales a cambioc de comida y hospedaje, hasta que lol corrieron por llegar borracho con una mujer.m Lo mejor de los libros de bolsillo es queq no hay trucos literarios ni pretension­es n de encantarte con una palabra, una frase,f una imagen memorable; es pura sinceridad,s pésimament­e expresada y segurament­es peor traducida.

Por el camino del bongo rock siempre preferí las recopilaci­ones musicales, preferente­mente extrañas (y de oferta). Me encantaban los cassetes piratas que vendían afuera de las estaciones de Metro, con lo Mejor de la música norteña volumen cuatro, y sonideros tíbiris tipo Sonido Fascinació­n desde la Central de Abastos, con salsa, cumbia y ritmos tropicales del ayer, que solo conocen en los mercados de Colombia, Puerto Rico, Panamá y Venezuela. El camino del bongorock es la búsqueda del artista desconocid­o, tal vez bueno, tal vez malo, pero que llama la atención de su producto con portadas estrafalar­ias y títulos exóticos. Es camino que les invito a recorrer.

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ESPECIAL

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