EL ARTE NOS IMPIDE SER AUTÓMATAS: VELÁZQUEZ
El artista plástico, José Luis Velázquez, quien nació en la ciudad de Puebla el 3 de abril de 1964, inauguró su exposición “Equinoccio. Luz en el nicho” en el Museo Universitario de la UAP, conocido como la Casa de los Muñecos
No deberíamos preguntarnos en este momento ¿para qué el arte? El arte es necesario en estos momentos, porque nos hace reflexionar, nos sensibiliza, y nos hace disfrutar. El arte puede ser esperanzador, sobre todo porque nos vuelve más humanos, nos impide ser autómatas, afirma, categórico aunque tranquilo, seguro, con el respaldo de 32 años de actividad como artista plástico, José Luis Velázquez.
Velázquez, quien nació en la ciudad de Puebla el 3 de abril de 1964, inauguró su exposición “Equinoccio. Luz en el nicho” en el Museo Universitario de la UAP, conocido como la Casa de los Muñecos.
En entrevista exclusiva, el pintor afirmó: “Hay artistas que tratan, desde adentro del arte,
José Luis Velázquez ha participado en más de cien exposiciones colectivas Sus muestras individuales suman más de veinte tanto en México y fuera del país
de hacer que los espectadores se aíslen, que disfruten, y si han de tener consciencia que sea de cosas constructivas, digámoslo así. Hemos estado muy metidos en esto de la violencia, pero el arte también podría ayudarnos a ser más humanos: el tener acceso al arte, el contemplarlo, puede hacernos… volvernos, más humanos, más sensibles ante lo que estamos viviendo, lo que queremos y lo que no queremos”.
Visiblemente emocionado, Velázquez hace un recuento: “Creo que cada que hago una exposición, también hago la cuenta del tiempo que llevo trabajando, y ahorita llevo ya 32 años de actividad, sin dejar de trabajar. Han sido años muy difíciles, muy complejos, muy complicados en el sentido de que no se ha llegado por completo a una difusión de la obra, aunque lo he intentado por diversos medios”.
Pero, agrega, “son 32 años de trabajo satisfactorios, como artista, porque he seguido produciendo, no he dejado de producir… Durante este tiempo he visto a compañeros que comenzaron conmigo y, a lo mejor, se fueron quedando… Y es que es muy difícil. Alguna vez me preguntaron ¿y por qué sigues en esto? Pues por necedad (ríe a carcajadas), respondí”.
El querer seguir haciendo lo que te gusta hacer, aunque “no haya” las condiciones necesarias, es complicado, pero satisfactorio. En el tiempo en que yo comencé, en los años ochenta, el arte en Puebla estaba más que estancado, lo que más se conocía era el Barrio del Artista y la obra de quienes ahí trabajaban, y cuando empecé a pintar dije: yo quiero ser un pintor que aporte otras cosas, aportar una nueva visión de la pintura, por lo menos mía: no sé si he influido en otros pintores, o en la pintura; no lo sé, pero por lo menos sí quise que la visión de la pintura fuera muy mía, muy particular, explica.
Retorna a reflexión de la importancia (o no) del arte en un país donde los asesinatos, que incluyen desmembramientos y degollados; las desapariciones o el crecimiento exponencial de actividades delictivas, y afirma:
“La verdad es que la violencia, la delincuencia están canijas, creo que como nunca las habíamos visto. Yo nunca la había visto así, de eso estoy muy consciente: en los años ochenta, creímos que había habido una crisis, un crecimiento de la violencia, pero no, no tiene nada que ver con lo que sucede ahora”.
¿Para qué el arte ante este panorama?, pregunta y responde: “Pues, es una pregunta que hay que hacerse porque hay gente que dice que hay otras cosas por las cuales preocupares; la seguridad sería una de ellas, y deberíamos preocuparnos más por eso. Pero vemos que, también, el arte es una especia de oasis; también, tiene esa característica de que, por lo menos te aparta de esa violencia, te hace reflexionar”. Cuautinchan, el lugar de las águilas, es un municipio poblano donde, antes de la llegada de los españoles hace casi 500 años, había un observatorio astronómico, construido en el sitio donde, cada equinoccio de primavera hay un rayo de sol sobre una imagen de la virgen de la iglesia del sitio. Y en el de otoño, desde la torre de la misma, se puede ver cómo el sol sale exactamente sobre la cima del Citlaltépetl ( por ello, llamado “cerro de la estrella”) y se oculta con exactitud sobre la cima del Popocatépetl, “marcando” una línea de luz que pasa, exactamente, sobre el municipio.
Ahí estuvo una vez José Luis Velázquez con su esposa Guadalupe Prieto Sánchez. Relata que el tema de su actual composición en el Museo Universitario de la Calle 2 Norte número 2, en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla: “Todo comenzó a San Juan Cuautinchan, cuando con mi esposa, conocimos un hecho astronómico: cada que inicia la primavera, la luz del sol se posa directa e inflexiblemente sobre la imagen de la virgen” en la iglesia