ONDAS DE CALOR
E n México, como en otras partes del mundo, experimentamos una temporada con temperaturas más altas que las comúnmente registradas para la época. Sufrimos los seres humanos, como todos los seres vivos. Debido al cambio climático, los récords de temperatura extrema se exceden año con año y así seguirá, por lo que debemos comprender mejor este fenómeno, y cómo tomar precauciones a las que, hasta ahora, no estamos acostumbrados.
Una onda de calor se puede definir de manera general como «un periodo, usualmente de varios días, de temperaturas significativamente mayores al promedio». Sin embargo, poco precisa cuando se requiere adoptar medidas de prevención o mitigación de sus efectos sobre la salud humana o el medio ambiente. Por esta razón, diversos estudios la definen de manera más exacta estableciendo umbrales, a partir de los cuales, ésta son peligrosas: estos umbrales no son absolutos, pues cambian de una región a otra, por lo que se suelen tomar valores estadísticos. Por ejemplo, que la temperatura exceda el 90 por ciento de las registradas en ese sitio.
La relevancia de las ondas de calor, a pesar de que tienen efectos importantes en el medio ambiente y la producción agrícola, reside principalmente en sus efectos en la salud humana, en la que produce desórdenes que ocasionan desde alteraciones menores, hasta intensificación de enfermedades respiratorias o del aparato digestivo o, incluso, el colapso de la capacidad del cuerpo de regular su temperatura. Los efectos en la salud de las ondas de calor pueden conducir a la muerte. Los ancianos y los niños pequeños son especialmente vulnerables.
El calor extremo produce en algunas personas el llamado «golpe de calor», que puede conducir a la muerte. Si bien la muerte por esta condición no es muy frecuente, sin embargo, común que el calor agrave diversas enfermedades preexistentes, tales como enfermedades pulmonares y de riñón. Por ejemplo, en 2003, en Francia, donde se presentó una de las olas de calor más desastrosas, al menos, 50 años, se produjeron muertes en exceso, es decir, sobre los valores promedio, de 4 por ciento en Lille y de 142 por ciento en Parós, lo que significó la muerte de miles de personas en muy pocos días. En México, se ha demostrado que las ondas de calor incrementan las tasas de mortalidad, por ejemplo, en el noroeste y en particular en la ciudad de Mexicali.
Las ondas de calor deben tomarse en serio, tanto por los gobiernos, que se han de obligar a establecer sistemas de alerta y medidas de protección de la población, como por los ciudadanos.