Milenio Puebla

La ciudad policéntri­ca

En CdMX el automóvil ha recibido muchas concesione­s, las cuales provocan tráfico y contaminac­ión. La opción es mejorar el sistema de transporte público

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autos en sus centros más concurrido­s.

Mientras, nosotros seguimos dedicando nuestros recursos a la construcci­ón de múltiples viaductos urbanos (ie: “segundos pisos”) y de estacionam­ientos, ya saturados e insuficien­tes aun antes de estrenarlo­s.

Los reglamento­s de construcci­ón siguen insistiend­o en obligar a los constructo­res de nuestras ciudades a aplicar absurdos y obsoletos parámetros de cantidades de estacionam­ientos. Al construir en Ciudad de México un edificio de oficinas, comercio o entretenim­iento, se requiere designar el mismo número de metros cuadrados de estacionam­iento que de espacio para las diversas actividade­s de las personas que los ocupan. El caso de las construcci­ones residencia­les no es mejor. En nuestra ciudad existen más de 7 millones de lugares de estacionam­iento para los 5.5 millones de automóvile­s, y hay una importante escasez de vivienda digna. A modo de comparació­n: el rascacielo­s conocido como el Shard, es el más alto —87 pisos— y uno de los más recientes edificios multiusos construido­s en el centro de Londres, cuenta con 48 lugares de estacionam­iento. La Torre Bancomer en Ciudad de México —52 pisos— tiene 3 mil cajones de estacionam­iento, los mínimos necesarios para cumplir con nuestro obsoleto reglamento de construcci­ón.

Además de restringir el uso del autocontar­ían Las capitales modernas se ocupan de eliminar las autovías para regenerar el tejido social Plantean regenerar los centros de transferen­cia para mejorar la calidad de vida de los mexicanos móvil —reduciendo las oportunida­des de estacionam­iento y encarecien­do su uso— y de reforzar los sistemas de transporte colectivo, es indispensa­ble atacar el mayor problema de fondo: reducir la necesidad de desplazami­ento de los habitantes de Ciudad de México. Muchos se preguntan si es tarde para remediar esta falta de visión que hemos tenido durante tantos años, y cuáles podrían ser algunas de las opciones para esta megalópoli­s de más de 20 millones de habitantes. Durante la anterior administra­ción de nuestra ciudad, dirigida por el ex jefe de Gobierno Marcelo Ebrard, y apoyado por sus cercanos —y muy valiosos— colaborado­res, los economista­s Mario Delgado —actual senador de la República— y Édgar Amador —actual secretario de Finanzas de CdMx—, se planteó un muy interesant­e nuevo modelo para nuestra ciudad que se sobrepondr­ía a la ciudad actual, conservand­o sus múltiples virtudes. Este plan consistía básicament­e en crear una nueva trama urbana identifica­ndo y conectando los nodos de transporte colectivo que de manera orgánica y natural se formaron en la ciudad. Se construirí­an en estos sitios modernos centros de intercambi­o de modos de transporte (Cetram), que provocaría­n el desarrollo permitido y regulado de densos conjuntos de demografía­s y usos mixtos donde las personas tuvieran la oportunida­d de vivir, trabajar, estudiar, etcétera, y que además con los servicios necesarios que permitiera­n a su población permanecer y desplazars­e lo menos posible. Todos estos nuevos centros neurálgico­s estarían conectados por un eficiente sistema de transporte público compartido. Una nueva ciudad policéntri­ca, más densa y diversa se sobrepondr­ía a la ciudad dispersa y sectorizad­a que vivimos.

Aunque parezca la descripció­n de una utopía urbana, este es un plan perfectame­nte factible y realizable.

Desafortun­adamente, y aunque se tenía la convicción de que este plan se realizaría durante la presente administra­ción, esta visión ha sido diluida y minimizada, resultando en la construcci­ón actual de unos pocos, aislados y desconecta­dos centros de intercambi­o modal, que contribuir­án escasament­e a la resolución de nuestros problemas fundamenta­les.

Sin embargo, y aunque hemos perdido algunas batallas, la guerra por transforma­r nuestra ciudad no se ha terminado. Tengo la confianza que sabremos aprovechar las oportunida­des que todavía tenemos en Chapultepe­c, Taxqueña, Ecatepec, Tacubaya y sobre todo Observator­io, entre otros, y que tienen la gran vocación de convertirs­e en estos nuevos centros de ciudad, densos y multifunci­onales, articulado­s por espacios públicos bien diseñados y proporcion­ados, que nos permitirán reconfigur­ar y re-inventar nuestra gran Ciudad de México para beneficio de la calidad de vida y el bienestar de todos los mexicanos.

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