Instituto Nacional de Migración está podrido: Solalinde
En su visita a Puebla, el sacerdote católico mexicano defensor de los derechos humanos de los migrantes, Alejandro Solalinde Guerra, puso el dedo en la llaga y se atrevió a cuestionar la actuación del Instituto Nacional de Migración (INM) encabezado por el ex titular de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado de Puebla, Ardelio Vargas Fosado.
Para Solalinde Guerra, la mayoría de los integrantes del instituto al que calificó de “criminal”, se asoció con grupos delictivos para “no ver” y permitir las extorsiones y abusos contra las personas indocumentadas que buscan llegar a Estados Unidos.
En su encuentro con poblanos el pasado 30 de mayo en el mercado Hidalgo y ante el obispo Raúl Vera, el sacerdote Solalinde, quien se desempeña como coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana Pacífico Sur del Episcopado Mexicano, resaltó que los abusos contra los indocumentados no paran.
“Vivimos en un estado de no derecho, vivimos en un estado corrupto y un presidencialismo que lo controla todo, los tres poderes de la unión. La PGR es un servidor del ejecutivo y no hay justicia. Tenemos casos gravísimos que de no ser atendidos aquí, acudiremos a instancias internacionales. El Instituto Criminal de Migración ya no tiene remedio. Está podrido de arriba para abajo, ya no podemos esperar nada de él”, explicó Solalinde.
Los migrantes, al llegar a Veracruz, en Medias Aguas y Tierra Blanca, son amenazados por el crimen organizado y nadie les brinda apoyo. Dentro de las rutas migratorias que parten de Chiapas o Tabasco, al sur de la República Mexicana, la extorsión por parte de bandas locales es una constante y los grupos están relacionados con carteles, reveló el religioso.
El sacerdote defensor de los derechos humanos destacó la existencia de una mafia que opera en el país que secuestra a migrantes y cuenta con clínicas para extraer órganos de sus cuerpos
El también director del albergue Hermanos en el Camino, que proporciona asistencia humanitaria y brinda orientación a los migrantes de Centroamérica y Sudamérica, aseguró que el camino para detener las violaciones de derechos se encuentra en un cambio estructural del país.
“Lo que podemos esperar es un cambio de gobierno donde no solo corramos a la gente de Migración, sino que empecemos todo nuevo”, explicó el sacerdote en medio de una ovación que se extendió por algunos instantes porque en el fondo, la razón está con él.