Macron y Merkel en la antesala del liderazgo mundial
Tras derrotar a Marine Le Pen, Emmanuel Macron llegó a tiempo para revitalizar el alma de Europa. No solo arrebató al populismo la posibilidad de desbaratar el continente, también despertó en Francia la esperanza de recuperar, junto con Alemania, la posición de liderazgo que demanda el equilibrio geopolítico mundial.
Mientras Trump se atrinchera en asuntos domésticos y una debilitada Gran Bretaña se alista para salir de la UE, los franceses le acaban de dar a Macron y a su partido,
La République En Marche!, una mayoría parlamentaria que le permitirá concretar las reformas necesarias para fortalecer la economía nacional y, de paso, recuperar la credibilidad ante los alemanes.
Macron podría iniciar con la flexibilización de la ley laboral, la desregulación económica y la corrección del déficit fiscal. Así podría convencer a Alemania de moderar su ortodoxia económica, de aceptar la transformación del gobierno europeo y de crear mecanismos solidarios con las economías más débiles de la UE.
Angela Merkel sabe que no puede ni debe asumir sola el liderazgo de la región. El futuro de Europa depende del vigor de la alianza franco-alemana para defender el interés común del continente y enfrentar los desafíos globales. Pero sin reformas, la canciller no va a ceder ante Macron porque traicionaría los históricos principios de disciplina económica alemana. Macron reconoce que “Francia incumplió las reglas y al hacerlo deterioró la confianza”. La deuda francesa es equiparable a su PIB y su déficit es de 3 por ciento. En contraste, Alemania tiene una deuda sana y finanzas públicas equilibradas.
Macron quiere “escapar de los estereotipos de una Francia a cargo de los asuntos internacionales pero atascada en sus problemas internos y de una Alemania económicamente poderosa, pero ingenua ante las amenazas globales”. Si lo logra, estaremos presenciando cómo estos dos líderes toman posesión de los espacios abandonados por Estados Unidos y Reino Unido, con la fuerza suficiente para atemperar las aspiraciones de dominación de Rusia y de China.