Espionaje e indignación
La sociedad mexicana está indignada por el espionaje a periodistas, a defensores de derechos humanos y a activistas anticorrupción. Existe un amplio rechazo a que en México se continúe con la práctica de espiar a los adversarios políticos y críticos del sistema. La indignación aumenta por la respuesta ambigua de las autoridades y por el silencio del Presidente de la República. Sería muy conveniente conocer cuál es la opinión del titular del Poder Ejecutivo ante estos hechos y que diera la garantía de que las instituciones del Estado mexicano no serán utilizadas para espiar a ciudadanos críticos al gobierno.
Lamentablemente, la práctica de espiar ha sido permanente a lo largo de la historia política de nuestro país. En sexenios pasados ya es historia que el espionaje se da en nuestro país, no solo éste. También espían desde los gobiernos estatales, pronto los medios de comunicación darán cuenta de cuántos software malignos o malditos fueron adquiridos y están trabajando en México. Me refiero no solo a los que fueron adquiridos según el reportaje del periódico The New
York Times, sino a los comprados por gobiernos estatales. Aquí podría hacerle una apuesta a los apostadores: no se van a salvar los gobiernos del Estado de México, de Ciudad de México, de Puebla ni de Veracruz, entre otros.
La realidad es que sí: el gobierno hace vigilancia y espionaje político a sus adversarios, y eso es parte de una circunstancia, de una cotidianidad que intenta que se vuelva normalidad. No podemos admitir que esto continúe. Ante los hechos revelados por The
New York Times y las demandas presentadas por los afectados, se tienen que poner en práctica las vías institucionales para poder conocer la verdad. Deben comparecer ante el Congreso los titulares de la Secretaría de Gobernación, del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) y de la Procuraduría General de la República para explicar si adquirieron este programa y cómo lo han utilizado.
No hay confianza de que esta investigación pueda realizarse adecuadamente. Por eso, para dar garantías de autonomía, debe realizarse una investigación independiente a cargo de mujeres y hombres de alto prestigio, respetados, independientes y autónomos. Por eso resulta pertinente que la Comisión Bicameral de Seguridad Nacional se reúna para estos propósitos y que los titulares de las instancias involucradas comparezcan ante la Comisión Permanente del Congreso de la Unión.
Este tipo de hechos hace que en otras naciones, en las llamadas democracias, el gobierno asuma medidas enérgicas o, inclusive, caiga. Aquí se apuesta al silencio, a que las cosas se olviden, a que los temas se mediaticen. No es un asunto menor el espionaje a los adversarios del sistema, es una violación grave a la libertad de expresión. Estamos en presencia de un poder en descomposición, de un poder que carece de controles. Estamos en presencia de una realidad deformada que quieren presentar como parte de nuestra normalidad política.
La vigilancia y el espionaje a la oposición política y social resultan especialmente preocupantes en la víspera de las elecciones de 2018.
Para dar garantías de autonomía, debe realizarse una investigación con hombres de prestigio, respetados, independientes y autónomos