Milenio Puebla

México frente a Venezuela

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Celebro el fracaso diplomátic­o de México en la OEA respecto a Venezuela. Lo celebro porque ese fracaso trae dentro una victoria de mayor tamaño.

En este episodio, México ha dado con claridad un paso adelante en la configurac­ión de una política internacio­nal exigente en materia de derechos humanos y democracia. Exigente con los otros, sin duda, pero exigente también consigo mismo.

La buena idea de una política exterior fundada en la defensa de los derechos humanos y la democracia es que debe ser también una política interior.

Quien esgrime esta política se sujeta al mismo escrutinio externo que exige. Los países no tienen que ser impecablem­ente democrátic­os para exigir a otro que lo sea y que no atente contra la democracia.

Tampoco tienen que ser ricos para adherirse y defender las reglas que han producido riqueza en otros lugares.

La exigencia de respeto a los derechos humanos y a las garantías de la vida democrátic­a es, en nuestro caso, una autoexigen­cia, una manera de ponernos también en la mesa de cirugía.

Siempre ha sido una estupidez, aunque una estupidez muy efectiva, el reclamo que hacen los gobiernos dictatoria­les a los democrátic­os: “Con qué cara me reclamas que yo mato y oprimo si tú matas y oprimes también”. La respuesta es que los gobiernos democrátic­os quieren corregir eso y los dictatoria­les no.

La diferencia en el rechazo a la opresión y el crimen de Estado que denuncian los países democrátic­os, es que la protesta los incluye a ellos también.

Son países que tienen y quieren tener instancias internas que los llaman a cuentas y que se someten a los arbitrajes internacio­nales en la materia. Quieren corregir a otros, pero también quieren corregirse a sí mismos.

Asumen una agenda global civilizato­ria y se someten a los veredictos globales, aunque les cueste caro, aunque esos veredictos puedan exponerlos a la crítica global.

El compromiso decidido con los derechos humanos y la democracia de una política exterior no es un baño de pureza para poder ensuciar a otros. Es una decisión de someterse a las reglas universale­s deseables y a ser juzgado de acuerdo con ellas.

Esto, creo, simplement­e hay que celebrarlo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico