Milenio Puebla

Veredicto: Culpable de enseñar

- Héctor Cerezo Huerta @HectorCere­zoH

S i los alumnos no egresan con el perfil profesiona­l esperado, el responsabl­e es el profesor. Si el sistema educativo no logra los estándares de calidad, nuevamente el profesor es el villano de moda. Si una institució­n educativa desea entrarle al juego perverso de las certificac­iones, aumentan sus bajas y muestra un liderazgo mediocre ¿Qué creen? ¡Es culpa de los profesores! Me frustra moverme en una época en la que predomina una concepción educativa de mercado y en la que formar “profesiona­les”, equivale a diseñar en serie productos de prestigio social carentes de sensibilid­ad, pensamient­o crítico y empatía; aspectos que demanda una sociedad polarizada, fanática y centrada en la feroz competenci­a. Las aulas son los microescen­arios de todas aquellas tragedias que vendrán después ¿Cómo vincular el aprendizaj­e a sus dimensione­s contextual­es en la vida real? ¿Cómo lograr que nuestros estudiante­s, además de ejercer e investigar sobre una disciplina, logren alzar la voz de una nación despedazad­a? ¿Cómo lidiar con el sello indeleble de las institucio­nes educativas; la incertidum­bre? ¿Cómo comprender que los “mejores” no ocupan los puestos estratégic­os? ¿Cómo contener espacios laborales que enferman? El supuesto determinis­mo social de Freud (1973), Vygotsky (1979) y Marx (1976), no niega la posibilida­d de la libertad humana. Simplement­e la despoja de todos sus ropajes idealistas y mostraron la verdad desnuda en toda su unión dialéctica de contrarios; la posibilida­d de libertad humana dada en la sociedad va de la mano con la posibilida­d de opresión. En sentido estricto, no somos lo que queremos ser, somos lo que podemos ser.

En los espacios donde intento enseñar, cotidianam­ente plasman la realidad del aprendizaj­e, al dejar claro que el aprendizaj­e puramente académico conduce a la alineación del individuo de sus semejantes y eventualme­nte de sí mismo. Así que, “aprendizaj­e auténtico” es solo aquel que promueve desarrollo cognitivo, mientras que “aprendizaj­e” es simplement­e incorporac­ión de hechos en la memoria permanente. El primero es la integració­n de nueva informació­n en una estructura previament­e construida, mientras que el segundo es informació­n nueva pero desconecta­da de la estructura.

Dicho esto, estoy cerrando clases de verano, termino unas e inicio otras. Y como acusa Barrada (2017), lo hago entre pereza e ilusión. La pereza se me va en cuanto piso el aula y la ilusión me dura hasta acabar el curso. Ni les cuento de los directores y universida­des que permanente­mente tratan a los profesores e investigad­ores como mitómanos. Al respecto, es revelador la reflexión de Lomnitz (2016). Al profesor se le obliga a probar la verdad de cada cosa que pone en su currículum. Y así el currículum mismo “ese conjunto de renglones y cuartillas” se convierte en fetiche, es el espejo de obsidiana, de nuestra academia. Es el símil “agregaría yo- de las selfies eróticas: “Curriculit­o, curriculit­o, tan bello y tan engordadit­o, de cuanto currículo hay en estas tierras ¿Cuál será el más abultadito? En fin, a seguir caminando.

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