Diccionario edificante y vulgar
Es muy probable que Francisco Humberto Sotelo se haya planteado la idea de hacerle un homenaje a una de las figuras más enigmáticas de la literatura norteamericana de principios del siglo XX, a Ambrose Bierce (1842-1914), el escritor que, como se dice en el prólogo de este libro, no combatió los esquemas norteamericanos desde la política sino desde el periodismo y el humor ácido que poseía.
Se sabe que Ambrose Bierce llegó como corresponsal en 1914 a México, en plena revuelta revolucionaria. Se argumenta que dejó sus pocas pertenencias en un hotel y que nunca jamás se supo de él. Se dijo en un momento que se unió a las fuerzas de Villa no volviéndose a saber nada de él.
Luego se publicarían sus cuentos y su “Diccionario del Diablo”, un texto lleno de sabiduría donde se mofa de una sociedad que nunca sintió suya.
Remito al lector a volver a la novela de Carlos Fuentes, “Gringo viejo” sólo para que obtenga un referente de la enigmática figura de Ambrose Bierce.
El “Diccionario edificante y vulgar” que ahora publica Francisco Humberto Sotelo no tiene nada que ver con el otro, lo aclara en la cuarta de forros. Sin embargo también nace de una larga recuperación de textos que el autor publicó en diferentes medios.
El humor y la imaginación suelen ser peligrosos, una herramienta política, quiérase o no. Debe ser por eso que la Inquisición mandó a quemar muchas obras literarias que encontró a su paso.
Transcribo de la cuarta de forros: “La forma de reír (de Ambrose Bierce) nos hace evocar aquella frase de Nietzsche que sintetiza magistralmente el arte de Shakespeare: se requeriría haber sufrido mucho para poder reír así”.
En síntesis: el “Diccionario edificante y vulgar” (S/E) de Francisco Humberto Sotelo es un tributo a Bierce, distinto por el simple hecho de que han pasado más de cien años de su desaparición física y porque obviamente todo ha cambiado.
Algunos ejemplos: “Adán: Según la Biblia (Génesis) el primer hombre. En nuestros días ya son muy pocos quienes así lo creen. Pero sí parece haber consenso en el sentido de que es el primer bruto que cayó atrapado en las telarañas ardientes de la mujer”.
Otro ejemplo: “Mango Petacón: nombre castizo de Lin May”.
Va este otro: “Monsivaís, Carlos: El único intelectual mexicano que podría compararse con Johnattan Swift y Ambrose Bierce”.
En este “Diccionario edificante y vulgar” el lector encontrará muchos términos que se usan en el norte del país, de algunos de ellos ya no me acordaba pero si del “trocho mocho” y me voy para allá “echo la mocha”.