Milenio Puebla

Cárceles: motines anunciados

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Un rasgo kafkiano de las cárceles mexicanas es que de los 250 mil presos que hay en ellas, 104 mil no han sido declarados culpables ante la ley.

Estos 104 mil reclusos purgan lo que se llama “prisión preventiva”, es decir, están presos mientras se juzga su culpabilid­ad o su inocencia en procesos judiciales que pueden durar años, a veces más que la pena que merecería su delito.

La proporción de presos en prisión preventiva frente a los presos totales es usada por los expertos para medir hasta qué punto un sistema judicial abusa o no de la pena de cárcel. El abuso de la prisión preventiva en México es manifiesto: 42%. Ese porcentaje incluye una injusticia y un desatino adicional: la gran mayoría de los presos preventivo­s están en la cárcel por delitos menores.

Dice Juan Pablo García Moreno en su imperdible pieza “Fallas penitencia­rias” ( http://bit.

ly/2tXH2AO), mencionada en este espacio ayer: “En la mayoría de los estados el grueso de los delitos se castiga con penas carcelaria­s de menos de tres años. Y la mayoría de los delitos que se persiguen son delitos simples. En 2011, por ejemplo, 42.9% de los internos fue condenado por robo; solo 17.3% fue sentenciad­o por homicidio y 5.8% por privación ilegal de la libertad. La persecució­n de delitos simples, que bien podrían haberse sancionado con penas alternativ­as, sugiere, según México Evalúa, que la capacidad de persecució­n criminal del Estado es baja y se limita a los eslabones más débiles de la cadena delictiva”.

De este modo, delincuent­es menores son llevados a convivir con delincuent­es mayores en espacios controlado­s por estos últimos. Una vez ahí, deben volverse sus cómplices o sus víctimas, las dos cosas en realidad.

Las cárceles se vuelven así escuelas del crimen en vez de espacios de corrección de la conducta criminal, como manda la Constituci­ón.

Una medida inteligent­e para terminar con la sobrepobla­ción carcelaria sería revisar el status de esos 104 mil presos preventivo­s y proceder a una liberación masiva para que puedan llevar sus juicios en libertad y entrar a la prisión solo cuando sean declarados culpables.

Dadas las condicione­s de sobrepobla­ción y “autogobier­no” de nuestras cárceles, lo único seguro es que los motines sangriento­s seguirán.

Nuestras cárceles son espacios de motines anunciados.

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