Alberto Jiménez Merino, un funcionario ejemplar
En el sexenio en el que participó, salió con las manos limpias, el cuerpo enhiesto y la frente en alto, nadie se lo puede reprochar.
Tuve la fortuna de conocer al ingeniero agrónomo zootecnista, egresado de la Universidad de Chapingo, oriundo de Tecomatlán y perteneciente a la misma quinta del suscrito. Como servidor público brillaba con luz propia, y ajeno a sus homólogos, la mayoría mindundis de quinta que el gobernador Marín decidió enchufar a dedo en un gobierno desastroso.
Una y otra vez hice referencia a la honestidad y probidad de mi amigo Alberto, hoy director de Conagua en Puebla, lo que se agradece dejando atrás a personajes de la política chabacana que buscaron con desesperación un hueso, aunque no supieran nada de la materia, sin tomar en cuenta a su antecesor encargado del despacho.
Mi trato con Alberto no sólo fue cordial, sino en cada caso reconocí y admiré sus logros, su pasión y compromiso por el desarrollo en programas productivos en donde trabajaba sin cansancio y ajeno a cualquier pringada que pudiera llegarle derivado de actos deleznables de sus homólogos secretarios, principalmente del gobernador en turno Mario Marín.
Como legislador presentó diversas propuestas interesantes, entre las que destacan: la Ley General de Almacenamiento Rural. Aprobada Cámara de Diputados; iniciativa de la Ley que crea el Instituto Nacional de Apoyo y Fomento al Microcrédito; iniciativa de la Ley del Sistema Nacional de Capacitación para la vida y el trabajo (Ley de Artes y Oficios); propuesta para la creación del Sistema Nacional de Innovadores; propuesta para promover un acuerdo nacional por el agua que derivó en la Agenda del Agua 2030; Programa Nacional de Autoproducción Familiar para la Seguridad Alimentaria; propuesta para la determinación de costos y regulación de precios máximos de los productos agropecuarios para proteger la economía familiar; Programa Nacional de Parcelas Escolares para la Seguridad Alimentaria y la Innovación Agropecuaria; Programa Nacional de Sustitución de Importaciones Agroalimentarias; propuesta del Programa Nacional de Mejoramiento Parcelario; lo que corrobora la inquietud y principalmente compromiso de Alberto con el campo, por el servicio y principalmente con él mismo.
En el sexenio en el que participó, salió con las manos limpias, el cuerpo enhiesto y la frente en alto, nadie se lo puede reprochar.
Sus aspiraciones a la gubernatura del estado siempre fueron legítimas, además tenía con qué, como amigo, frontal, sincero y afable; como servidor público, exigente, comprometido y de irreprochable eficacia. Para los poblanos, su llegada a Conagua representa una garantía de que tendremos como director al hombre de compromisos, de trabajo incansable y sin pausas; en donde, quienes fueron enchufados por conveniencia por el ex senador Germán Sierra Sánchez, tendrán que dedicarse a trabajar de verdad y cumplir a pie juntillas a lado de un servidor público que se las sabe de todas todas. Don Alberto Jiménez Merino, ASÍ.
Vaya mi reconocimiento al director nacional de Conagua, Roberto Ramírez de la Parra, por haber puesto los ojos en un servidor público que ya merecía esta dirección, haciendo a un lado recomendaciones de quita y pon, que sin mérito alguno llegaron a ocuparla. Me queda claro que Alberto tendrá que llevar a cabo una inspección pulga por todos aquellos procedimientos de trámites innecesarios o utilizados como medios de garrote para desafectos del director que le antecede, sin referirme por supuesto, a Luis Fernando Uc Nájera. No cabe duda que la tarea es harto difícil, pero para Alberto Jiménez estos retos son los suyos, en hora buena señor director, y principalmente amigo.