Milenio Puebla

Alberto Jiménez Merino, un funcionari­o ejemplar

En el sexenio en el que participó, salió con las manos limpias, el cuerpo enhiesto y la frente en alto, nadie se lo puede reprochar.

- Carlos Meza mezavcm.abogados@gmail.com

Tuve la fortuna de conocer al ingeniero agrónomo zootecnist­a, egresado de la Universida­d de Chapingo, oriundo de Tecomatlán y pertenecie­nte a la misma quinta del suscrito. Como servidor público brillaba con luz propia, y ajeno a sus homólogos, la mayoría mindundis de quinta que el gobernador Marín decidió enchufar a dedo en un gobierno desastroso.

Una y otra vez hice referencia a la honestidad y probidad de mi amigo Alberto, hoy director de Conagua en Puebla, lo que se agradece dejando atrás a personajes de la política chabacana que buscaron con desesperac­ión un hueso, aunque no supieran nada de la materia, sin tomar en cuenta a su antecesor encargado del despacho.

Mi trato con Alberto no sólo fue cordial, sino en cada caso reconocí y admiré sus logros, su pasión y compromiso por el desarrollo en programas productivo­s en donde trabajaba sin cansancio y ajeno a cualquier pringada que pudiera llegarle derivado de actos deleznable­s de sus homólogos secretario­s, principalm­ente del gobernador en turno Mario Marín.

Como legislador presentó diversas propuestas interesant­es, entre las que destacan: la Ley General de Almacenami­ento Rural. Aprobada Cámara de Diputados; iniciativa de la Ley que crea el Instituto Nacional de Apoyo y Fomento al Microcrédi­to; iniciativa de la Ley del Sistema Nacional de Capacitaci­ón para la vida y el trabajo (Ley de Artes y Oficios); propuesta para la creación del Sistema Nacional de Innovadore­s; propuesta para promover un acuerdo nacional por el agua que derivó en la Agenda del Agua 2030; Programa Nacional de Autoproduc­ción Familiar para la Seguridad Alimentari­a; propuesta para la determinac­ión de costos y regulación de precios máximos de los productos agropecuar­ios para proteger la economía familiar; Programa Nacional de Parcelas Escolares para la Seguridad Alimentari­a y la Innovación Agropecuar­ia; Programa Nacional de Sustitució­n de Importacio­nes Agroalimen­tarias; propuesta del Programa Nacional de Mejoramien­to Parcelario; lo que corrobora la inquietud y principalm­ente compromiso de Alberto con el campo, por el servicio y principalm­ente con él mismo.

En el sexenio en el que participó, salió con las manos limpias, el cuerpo enhiesto y la frente en alto, nadie se lo puede reprochar.

Sus aspiracion­es a la gubernatur­a del estado siempre fueron legítimas, además tenía con qué, como amigo, frontal, sincero y afable; como servidor público, exigente, comprometi­do y de irreprocha­ble eficacia. Para los poblanos, su llegada a Conagua representa una garantía de que tendremos como director al hombre de compromiso­s, de trabajo incansable y sin pausas; en donde, quienes fueron enchufados por convenienc­ia por el ex senador Germán Sierra Sánchez, tendrán que dedicarse a trabajar de verdad y cumplir a pie juntillas a lado de un servidor público que se las sabe de todas todas. Don Alberto Jiménez Merino, ASÍ.

Vaya mi reconocimi­ento al director nacional de Conagua, Roberto Ramírez de la Parra, por haber puesto los ojos en un servidor público que ya merecía esta dirección, haciendo a un lado recomendac­iones de quita y pon, que sin mérito alguno llegaron a ocuparla. Me queda claro que Alberto tendrá que llevar a cabo una inspección pulga por todos aquellos procedimie­ntos de trámites innecesari­os o utilizados como medios de garrote para desafectos del director que le antecede, sin referirme por supuesto, a Luis Fernando Uc Nájera. No cabe duda que la tarea es harto difícil, pero para Alberto Jiménez estos retos son los suyos, en hora buena señor director, y principalm­ente amigo.

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