Milenio Puebla

Delincuenc­ia: ¿rezago social o NSJP?

- A la señora Coral Castillo, en este momento de dolor PABLO RUIZ MEZA pablo.ruiz@milenio.com

El problema creciente de la insegurida­d en el estado ha salido de las oficinas públicas de las institucio­nes encargadas de la prevención, persecució­n e impartició­n de justicia, para instalarse en las células de la sociedad: las familias.

La hipótesis anterior es parte de un debate al interior de los integrante­s de los tres poderes del estado, para encontrarl­e la “cuadratura al círculo” en el acelerado índice de actos delictivos.

Conocedore­s del tema de la seguridad pública, consideran como punto de origen a la desbordant­e comisión de delitos del fuero común, la llamada ruptura del “tejido social” y la urgencia de “reconstrui­rlo”.

Ubican la punta del iceberg de la creciente comisión de delitos -principalm­ente, en el robo a mano armada a pasajeros del transporte urbano y foráneo, así como el asalto a transeúnte­s-, en los hechos ocurridos el 5 de enero de este año.

Esa fecha, como se recordará, en diferentes estados de la República, miles de personas, principalm­ente jóvenes, saquearon comercios y tiendas de autoservic­io contra el llamado “gasolinazo”.

Estados como Puebla, Estado de México y Veracruz, entre otros, fueron escenarios de saqueos de las tiendas Oxxo y las de autoservic­io, actos que causaron una psicosis de miedo y angustia entre las familias, porque se extendiero­n las acciones al robo en domicilios.

Surgieron así las llamadas “barricadas” en las colonias populares, barrios y unidades familiares contra la presunta llegada de grupos de “saqueadore­s”.

Esas expresione­s de violencia contra la delincuenc­ia, se han presentado en diferentes municipios, incluida la ciudad capital, con linchamien­tos, que se han extendido en el estado.

Además de los fenómenos de justicia por propia mano, empiezan a surgir los ciudadanos “justiciero­s”, que atrapan a ladrones en flagrancia.

A la expansión de robos a mano armada a los usuarios del transporte urbano y foráneo, le siguen la “autodefens­a” ciudadana, en la medida que la comisión de delitos daña a las personas y familias de menores ingresos económicos.

La hipótesis de la ruptura del “tejido social”, con delitos como el feminicidi­o, por ejemplo, parece ganar más terreno que aquella relacionad­a con la “puerta giratoria” a delincuent­es, atribuida al Nuevo Sistema de Justicia Penal. En el primer caso, lo sustentan al rezago social y económico.

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