Delincuencia: ¿rezago social o NSJP?
El problema creciente de la inseguridad en el estado ha salido de las oficinas públicas de las instituciones encargadas de la prevención, persecución e impartición de justicia, para instalarse en las células de la sociedad: las familias.
La hipótesis anterior es parte de un debate al interior de los integrantes de los tres poderes del estado, para encontrarle la “cuadratura al círculo” en el acelerado índice de actos delictivos.
Conocedores del tema de la seguridad pública, consideran como punto de origen a la desbordante comisión de delitos del fuero común, la llamada ruptura del “tejido social” y la urgencia de “reconstruirlo”.
Ubican la punta del iceberg de la creciente comisión de delitos -principalmente, en el robo a mano armada a pasajeros del transporte urbano y foráneo, así como el asalto a transeúntes-, en los hechos ocurridos el 5 de enero de este año.
Esa fecha, como se recordará, en diferentes estados de la República, miles de personas, principalmente jóvenes, saquearon comercios y tiendas de autoservicio contra el llamado “gasolinazo”.
Estados como Puebla, Estado de México y Veracruz, entre otros, fueron escenarios de saqueos de las tiendas Oxxo y las de autoservicio, actos que causaron una psicosis de miedo y angustia entre las familias, porque se extendieron las acciones al robo en domicilios.
Surgieron así las llamadas “barricadas” en las colonias populares, barrios y unidades familiares contra la presunta llegada de grupos de “saqueadores”.
Esas expresiones de violencia contra la delincuencia, se han presentado en diferentes municipios, incluida la ciudad capital, con linchamientos, que se han extendido en el estado.
Además de los fenómenos de justicia por propia mano, empiezan a surgir los ciudadanos “justicieros”, que atrapan a ladrones en flagrancia.
A la expansión de robos a mano armada a los usuarios del transporte urbano y foráneo, le siguen la “autodefensa” ciudadana, en la medida que la comisión de delitos daña a las personas y familias de menores ingresos económicos.
La hipótesis de la ruptura del “tejido social”, con delitos como el feminicidio, por ejemplo, parece ganar más terreno que aquella relacionada con la “puerta giratoria” a delincuentes, atribuida al Nuevo Sistema de Justicia Penal. En el primer caso, lo sustentan al rezago social y económico.