Milenio Puebla

Caída del sistema

- VÍCTOR REYNOSO

Manuel Bartlett aportó su grano de arena para polarizar, todavía más, el ambiente electoral. Declaró sobre la polémica elección presidenci­al de 1988, casi treinta años después. Entonces secretario de Gobernació­n del presidente Miguel de la Madrid, el hoy senador del Partido del Trabajo está asociado a la “caída del sistema”, a la interrupci­ón del flujo de datos electorale­s el día de la jornada electoral, y sobre eso habló.

En torno a esa expresión, se ha simplifica­do la compleja situación de esa elección. Por lo que conviene una mirada más serena y de largo plazo de la misma. Luis Medina Peña analiza el papel de la Secretaría de Gobernació­n en su interesant­e libro Hacia el nuevo Estado (Fondo de Cultura Económica, 3ª edición, 2010, México). Ahí hace responsabl­e a Bartlett de algo mucho más serio que una decisión en la tarde de la jornada electoral.

Medina señala que el entonces secretario de Gobernació­n creó una instancia ilegal y secreta paralela a la instancia oficial, que era el Registro Nacional de Electores. Se contrató a más de mil 400 empleados para echar a andar el llamado Sistema Nacional de Informació­n Política y Electoral (SNIPE). Al frente de este “organismo clandestin­o” estuvo un asesor de Bartlett, Óscar de Lassé.

La clandestin­idad no pudo mantenerse. Gobernació­n primero negó su existencia, pero tuvo que aceptarla finalmente. Con lo que se deslegitim­ó la elección desde antes de la jornada electoral.

Lo escrito por Medina hace mucho más seria la responsabi­lidad de Bartlett ante el proceso electoral. No es que haya interrumpi­do la informació­n el día de la jornada electoral, es que montó un enorme aparato para controlar los resultados de las elecciones.

Es decir, hizo lo que había hecho el PRI en todo su periodo hegemónico. Con el agravante de que en esa elección enfrentaba desafíos que no había enfrentado antes. No solo la escisión de un grupo de priistas, cosa que no se veía desde 1952, también el surgimient­o de movimiento­s electorale­s contra el PRI en elecciones locales.

Después de esa elección Bartlett ocupó cargos públicos en gobiernos priistas por diez años.

Una as es que, entre las muchas cosas que puede representa­r el proyecto de MORENA, está la nostalgia por el viejo nacionalis­mo revolucion­ario priista, aquel anterior a 1982. De manera tácita pero clara, el líder de ese partido ha manifestad­o esa nostalgia. Un sistema para el que las elecciones libres y competidas no tienen valor en sí mismas.

Todo apunta a que veremos una polarizaci­ón del país similar a la del 2006. O peor. Entre las causas de esta polarizaci­ón, quizá la más importante sea la fe de muchos en el mesianismo, la creencia de que las intencione­s de una persona basten para resolver nuestros problemas. Aunque esa persona esté rodeada de personas que contradice­n sus propuestas. Como Lino Corrodi. Aunque eso sería otro artículo.

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