Milenio Puebla

Una enfermedad que no hace excepcione­s

- Omar Cervantes omarcervan­tesrodrigu­ez.esp@gmail.com

Las adicciones, así como todas las enfermedad­es, atacan por igual a todos los seres humanos sin hacer excepcione­s, sin distinguir edades, sexo, profesión, ideología, nivel económico o sociocultu­ral, raza, religión o valores sociales e individual­es.

Como se ha explicado, la adicción es una enfermedad crónica y primaria del cerebro, incurable pero tratable, que se desarrolla por diversas causas individual­es, de la personalid­ad, familiares, sociales, culturales, emocionale­s, psicodinám­icas e incluso de predisposi­ción genética y cuya principal caracterís­tica es el deseo imperioso de continuar consumiend­o drogas (incluyendo el alcohol y el tabaco) o teniendo conductas patológica­s, como el juego y las apuestas, habiendo perdido el control a pesar de las consecuenc­ias que hacerlo le causa a la persona y a su alrededor.

En su definición, esta enfermedad no hace excepcione­s y aunque a nivel de prevención se habla de factores de riesgo que hacen más probable el desarrollo de la adicción, así como factores de protección para disminuir las posibilida­des de que aparezca la patología, la realidad es que a lo largo y ancho del mundo es un problema de salud pública que alcanza un universo cada vez mayor.

Baste echarle una leída a las encuestas nacionales de adicciones para darse cuenta de que al menos, en México, la edad de inicio de consumo oscila entre los 11 y 13 años, dependiend­o de la sustancia, así como que las mujeres y los hombres son igual de vulnerable­s y la enfermedad está casi a un 50-50 de la totalidad de los entrevista­dos. Aunque las edades más riesgosas son de los 14 a los 29 años, existen enfermos adictos de más de 50 años, sin contar factores sociodemog­ráficos.

En lo particular, en 20 años de estar en contacto permanente con alcohólico­s y adictos, tanto en grupos de ayuda mutua como en consulta privada, he conocido pacientes en recuperaci­ón, que en el mundo “normal” o en la vida “exterior”, como dicen algunos, sería difícil pensar que son personas que han desarrolla­do la enfermedad de la dependenci­a de una sustancia psicotrópi­ca.

Sacerdotes, futbolista­s profesiona­les, deportista­s destacados, artistas, políticos prominente­s, empresario­s y grandes capitanes de empresa, profesiona­les de éxito, desemplead­os, jardineros, trabajador­es y obreros asalariado­s, jóvenes, adultos mayores, mujeres, hombres, ricos y pobres, a todos, sin igual, he tenido ocasión de verles en una sala de alcohólico­s anónimos, narcóticos anónimos, una clínica de rehabilita­ción o en el consultori­o privado.

Quizás por ello en los conceptos básicos de los grupos anónimos, en los reglamento­s de las clínicas y en los principios éticos de la consulta privada, existe, además del derecho inviolable al anonimato, el precepto básico de que en la recuperaci­ón no existen personalid­ades, sino sólo pacientes enfermos de adicción con el mismo deseo de tratar su enfermedad.

“El hábito lo dejo afuera, aquí soy solo un enfermo alcohólico que desea recuperars­e”, me dijo en alguna ocasión un sacerdote, a quien sus compañeros inconscien­temente le daban un lugar especial, como sucede de pronto como parte de la condición humana, cuando en alguna agrupación hay quienes, por algún motivo económico, social o de prestigio, pudiesen querer acaparar la atención del resto.

“¿Buscando prestigio entre los desprestig­iados?”, suelen decirse entre sí en los grupos de ayuda mutua, como dejando claro que, así como es una enfermedad que al desarrolla­rse no hace distincion­es, en la recuperaci­ón tampoco tiene por qué hacer diferencia­s entre iguales de un trastorno mental, con la única similitud de querer una vida mejor.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico