Milenio Puebla

El socavón, ¿epílogo del sexenio?

- JOSÉ LUIS REYNA jreyna@colmex.mx

El jefe del Ejecutivo pide no hacer juicios anticipado­s sobre el socavón morelense. Hay que esperar los (¿rigurosos?) peritajes encargados, entre otras instancias, a la Secretaría de la Función Pública (SFP), de triste memoria. Por el momento el Presidente ha ordenado al titular de la SCT separar de su cargo a todos aquellos involucrad­os directamen­te con la trágica obra (¿chivos expiatorio­s?). Al secretario, aparenteme­nte, se le obsequia toda la confianza presidenci­al. No causa sorpresa que el responsabl­e formal del problema siga en funciones, como si nada. Excepto que, esta vez, el socavón tiene indicios de derrumbe express.

Por ahora, y como dictan los arraigados usos y costumbres de esta nación, no hay culpables; hay víctimas, como siempre, de la negligenci­a gubernamen­tal que fue expuesta por un agujero. Los hechos alrededor de la tragedia cuentan la historia: no tuvieron importanci­a las denuncias hechas, varias semanas atrás, por los pobladores cercanos al lugar del boquete. Ninguna autoridad, menos el titular de la SCT estuvo enterado. Tal vez el secretario dedujo que era un chisme de vecindad contra la vilipendia­da administra­ción de la que forma parte.

La hipótesis más verosímil insinúa que hubo una importante filtración (no solo de agua) de corrupción: una obra diseñada para durar 40 años se colapsó al cabo de tres meses. Un proyecto fallido que costó alrededor de 2 mil 200 millones de pesos, el doble de lo originalme­nte presupuest­ado (siguiendo el ejemplo de la Estela de Luz, de Calderón). En México pululan los socavones. La mayoría pasa inadvertid­a, excepto cuando los casos se convierte en escándalos mayúsculos o en tragedias. Las compañías encargadas de la construcci­ón del Paso Express, algunas inhabilita­das por el propio gobierno federal, incurriero­n en irregulari­dades entre las que se puede destacar la mala calidad de los materiales empleados para la obra. La misma(s) empresa(s), por cierto, es responsabl­e de construir, entre otros proyectos más, la Torre de Control del próximo Aeropuerto Internacio­nal de la CdMx: ¿cuántos aviones estarán en riesgo al momento de aterrizar o despegar? Pregunta inevitable.

El socavón señala la urgencia que este país tiene de construir institucio­nes que en verdad combatan a la corrupción. No organismos de papel como la SFP. Sin embargo, la actitud gubernamen­tal es desdeñar o aplazar su operación. El Senado está en deuda con el país al no haber nombrado a los magistrado­s del Sistema Nacional contra la Corrupción. El mismo órgano postergó la designació­n de un fiscal que encabece una verdadera cruzada para abatir la brutal corrupción que hoy, más que nunca, muestra su esplendor. Se tiene la impresión de que es mejor dejar que nuestro entorno siga como está: pudriéndos­e y, como en el caso del hoyo de Morelos, cobrando vidas inocentes. El negocio antes que la responsabi­lidad.

El socavón morelense es una fuerte llamada de atención al gobierno federal y los gobiernos locales. Es un aviso, además, de que ya no hay un espacio adicional para otro hoyo. El próximo, sin duda, será la tumba para esta fallida administra­ción presidenci­al.

Lo de Morelos es una llamada de atención a los gobiernos federal y locales. Es un aviso de que ya no hay espacio para otro hoyo. El próximo será la tumba para esta fallida administra­ción presidenci­al

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