Evento democrático, una protesta contra el autoritarismo oficial, los excesos de la policía, la represión y a favor del estado de derecho y las libertades
El movimiento fue un
agentes provocadores que se dedican a desnaturalizar el evento mediante la violencia y el vandalismo. Los mismos organizadores de esa manifestación se olvidan con frecuencia de concentrar su atención en la evocación de 1968 y admiten que el acto se convierta en una protesta colérica e indignada contra los actuales gobernantes o contra el sistema.
El resultado final: se proyecta a la sociedad la imagen de una expresión política ruidosa, violenta, marginal, revolucionaria o antisistema. De esta manera, la tradicional marcha del 2 de octubre sugiere al público que el movimiento de 1968 fue algo semejante, es decir, una expresión marginal y desorbitada. Lo cual, naturalmente, es falso. El movimiento estudiantil de 1968 fue un evento democrático, una protesta contra el autoritarismo oficial, contra los excesos de la policía, contra la represión política y a favor del estado de derecho y de las libertades democráticas.
Ese contenido democrático fue el propulsor principal del movimiento estudiantil y el factor que explica la recepción entusiasta que encontró entre los grupos medios ilustrados y entre amplios sectores de la población. Pero la lucha por la memoria se da en otras esferas, por ejemplo, en el plano de la literatura. Se sabe, por ejemplo, que hacia 1969 desde la Dirección Federal de Seguridad (Secretaría de Gobernación) se promovió la publicación de El móndrigo, un panfleto injurioso que presentaba la imagen de líderes estudiantiles presentándolos como drogadictos y promiscuos.
Más tarde aparecieron otros libros que buscaban deformar la memoria de 1968: uno de ellos fue Laplaza, de Luis Spota. Luego vinieron otros semejantes. En fin, en el tiempo transcurrido desde entonces, se puede hablar de una larga cauda de intervenciones para destruir la memoria de lo que fue realmente el movimiento estudiantil de 1968.
(Nota: A los lectores interesados en difundir una imagen fiel y honesta de 1968, les recomiendo la lectura de La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska; Losdías ylos años, de Luis González de Alba, y (perdón) mi libro Lalibertadnunca se olvida. Memoria de 1968. *Profesor del Colegio de Pedagogía de la Facultad de Filosofía de la UNAM en la actualidad y líder histórico en el Consejo Nacional de Huelga por la Facultad de Ciencias en el 68.