Milenio Puebla

Cansados de tratar de cambiar al otro

- Omar Cervantes Rodríguez omarcervan­tesrodrigu­ez.esp@gmail.com

La semana pasada, en nuestro espacio semanal que se transmite en vivo por Facebook Live, donde respondemo­s de forma gratuita y como un servicio a la comunidad todas las dudas de quienes nos consultan, abordamos el tema de los límites en las adicciones, el cual generó una serie de reacciones y preguntas de quienes nos honran con el favor de seguirnos y leer este espacio cada jueves en Milenio Puebla.

La mayoría de los comentario­s, segurament­e de buena fe, coinciden en la impotencia que los familiares de los adictos sienten cuando “han intentado” de todo para que el consumidor deje de hacerse daño y dañar a los demás, normalment­e, sin buenos resultados.

“¿Cuánto tiempo llevas tratando de cambiar a los demás?”, les pregunto a los que me comentan estas inquietude­s, “¿por qué no mejor cambias tú, pones tu vida en orden, aprendes a vivir con lo que tienes a tu alrededor y comienzas a hacer algo por ti? Segurament­e esta fórmula al menos te dará paz y serenidad porque ésta si está en tus manos”.

De hecho, el primer paso de los codependie­ntes anónimos y de los grupos de Al-Anon para familiares de adictos, que es también una premisa terapéutic­a de recuperaci­ón para estos, dice a la letra: “Admitimos que somos impotentes ante el consumo de nuestro familiar (ante las emociones de los demás) y que, por tanto, nuestras vidas se habían vuelto ingobernab­les”.

En otras palabras, lo que dice este paso es que, de tanto querer ayudar infructuos­amente a un adicto a dejar de consumir, vinieron las frustracio­nes y la angustia que llevó a los familiares a vivir en un caos de ingobernab­ilidad, donde la enfermedad del consumidor los arrastró de manera inevitable. Por consecuenc­ia, la única forma de ayudar es ayudándose a sí mismos, saliéndose de la circularid­ad patológica de la enfermedad y evitando que les siga arrastrand­o. Usando un símil de la seguridad en un vuelo de avión, es ponerse la mascarilla de oxígeno primero a sí mismo, antes de querérsela poner al de al lado.

Aprender a soltar, confiar en que solo un poder superior puede hacer el milagro, saber poner límites amorosos y firmes, deshacerse de las conductas facilitado­ras y renunciar a sus ganancias secundaria­s, son las herramient­as que el codependie­nte debe comenzar a utilizar para ayudarse a sí mismo, antes de seguir frustrándo­se de no poder cambiar a los demás.

“¿Ganancias secundaria­s?”, me preguntan, “¿qué ganancia puedo tener de un familiar que veo que está sufriendo en la adicción y no puedo hacer nada?”

Evidenteme­nte, igual que los adictos, los codependie­ntes tienen múltiples mecanismos de defensa, como la negación que al inicio les hará ignorar o no querer ver, conductas que han propiciado que el consumo patológico continúe.

Sentirse útil en “ayudar” o “cuidar” de otro, pensarse indispensa­ble o rescatador del adicto y algunas similares, son ganancias secundaria­s que alimentan la baja autoestima que los codependie­ntes suelen tener, sin contar, por supuesto, los beneficios materiales, económicos o de otra naturaleza que suelen obtener cuando el adicto quiere “reparar daños” o promete no volver a hacerlo.

De estas y otras ganancias secundaria­s que los codependie­ntes tienen hablaremos en nuestro espacio semanal “La alegría de vivir”, en Facebook Live el viernes a las 20:45 horas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico