Cansados de tratar de cambiar al otro
La semana pasada, en nuestro espacio semanal que se transmite en vivo por Facebook Live, donde respondemos de forma gratuita y como un servicio a la comunidad todas las dudas de quienes nos consultan, abordamos el tema de los límites en las adicciones, el cual generó una serie de reacciones y preguntas de quienes nos honran con el favor de seguirnos y leer este espacio cada jueves en Milenio Puebla.
La mayoría de los comentarios, seguramente de buena fe, coinciden en la impotencia que los familiares de los adictos sienten cuando “han intentado” de todo para que el consumidor deje de hacerse daño y dañar a los demás, normalmente, sin buenos resultados.
“¿Cuánto tiempo llevas tratando de cambiar a los demás?”, les pregunto a los que me comentan estas inquietudes, “¿por qué no mejor cambias tú, pones tu vida en orden, aprendes a vivir con lo que tienes a tu alrededor y comienzas a hacer algo por ti? Seguramente esta fórmula al menos te dará paz y serenidad porque ésta si está en tus manos”.
De hecho, el primer paso de los codependientes anónimos y de los grupos de Al-Anon para familiares de adictos, que es también una premisa terapéutica de recuperación para estos, dice a la letra: “Admitimos que somos impotentes ante el consumo de nuestro familiar (ante las emociones de los demás) y que, por tanto, nuestras vidas se habían vuelto ingobernables”.
En otras palabras, lo que dice este paso es que, de tanto querer ayudar infructuosamente a un adicto a dejar de consumir, vinieron las frustraciones y la angustia que llevó a los familiares a vivir en un caos de ingobernabilidad, donde la enfermedad del consumidor los arrastró de manera inevitable. Por consecuencia, la única forma de ayudar es ayudándose a sí mismos, saliéndose de la circularidad patológica de la enfermedad y evitando que les siga arrastrando. Usando un símil de la seguridad en un vuelo de avión, es ponerse la mascarilla de oxígeno primero a sí mismo, antes de querérsela poner al de al lado.
Aprender a soltar, confiar en que solo un poder superior puede hacer el milagro, saber poner límites amorosos y firmes, deshacerse de las conductas facilitadoras y renunciar a sus ganancias secundarias, son las herramientas que el codependiente debe comenzar a utilizar para ayudarse a sí mismo, antes de seguir frustrándose de no poder cambiar a los demás.
“¿Ganancias secundarias?”, me preguntan, “¿qué ganancia puedo tener de un familiar que veo que está sufriendo en la adicción y no puedo hacer nada?”
Evidentemente, igual que los adictos, los codependientes tienen múltiples mecanismos de defensa, como la negación que al inicio les hará ignorar o no querer ver, conductas que han propiciado que el consumo patológico continúe.
Sentirse útil en “ayudar” o “cuidar” de otro, pensarse indispensable o rescatador del adicto y algunas similares, son ganancias secundarias que alimentan la baja autoestima que los codependientes suelen tener, sin contar, por supuesto, los beneficios materiales, económicos o de otra naturaleza que suelen obtener cuando el adicto quiere “reparar daños” o promete no volver a hacerlo.
De estas y otras ganancias secundarias que los codependientes tienen hablaremos en nuestro espacio semanal “La alegría de vivir”, en Facebook Live el viernes a las 20:45 horas.