Milenio Puebla

De “preciosos” a “huachicole­ros”

- PABLO RUIZ MEZA pablo.ruiz@milenio.com

En un dos por tres, los poblanos empezamos a cobrar “fama” nacional y a cargar con el estigma de “huachicole­ros”. Tanto trabajo nos costó quitarnos el mote de “preciosos” por la torpeza y mediocrida­d de un gobernante de cañería como Mario Marín Torres, el “góber precioso”.

Con aciertos y errores, el sexenio de Rafael Moreno Valle, finalmente, logró dignificar el orgullo de ser poblano para revertir la mala imagen nacional e internacio­nal.

A Moreno Valle se le pueden criticar acciones de gobierno, pero comparado con gobernante­s anteriores, las mejoras en infraestru­ctura, imagen urbana, vialidades y arribo de capitales e industrias como la automotriz -Audi-, nos colocaron en el centro de la “envidia”.

No recuerdo en la historia reciente del estado, hechos de violencia entre las fuerzas del orden, incluidas las militares, en una confrontac­ión con la delincuenc­ia, como la ocurrida en Palmarito Tochapan y San Antonio Atzitzintl­a, con la baja de efectivos militares, policías y civiles armados.

Abordar hoy el tema de los “huachicole­ros” -término, por ciento, acuñado en Puebla- en el país, nos remite al estado, como principal centro de atención.

Las estadístic­as relacionad­as a las tomas clandestin­as, los miles de litros de combustibl­e robado a Pemex, los delitos relacionad­os como los homicidios dolosos y el “lavado” de dinero en la economía regional, nos coloca como un referente obligado.

Para el gobierno en turno, tan breve como los 22 meses de vigencia, el fenómeno del “huachicol” y la insegurida­d pública, se han convertido en los retos a vencer, distrayend­o los recursos financiero­s y energías que deberían estar destinadas a consolidar el desarrollo del estado.

Además de que no habrá tiempo para las grandes obras en el estado, las ambiciones adelantada­s de quienes aspiran a ocupar cargos de elección popular en el 2018, enturbian más el panorama.

Frente a la realidad del estado, aquellos funcionari­os que aspiren a un cargo, deberían separarse de la función pública porque su interés ya es personal y no de gobierno, porque urge abatir dos fenómenos: la insegurida­d pública y (todo lo que implica) el “huachicol”.

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