Los efectos de la crítica literaria
Este 2017 habré de cumplir muchos años de vivir aquí. Me tocó la suerte de conocer a quien fue rector de la UAP, el químico Sergio Flores Suárez, durante un conflicto universitario en Zacatecas. Tuve la opción de estudiar la carrera de psicología y casi de manera inmediata colaborar para un medio local al tiempo de participar en el taller literario de la Casa de la Cultura. Todo esto me fue preparando por igual a ingresar a la docencia. Años, muchos años.
Lo anterior lo menciono porque dentro de todo esto, comencé a publicar reseñas literarias en diversos medios. Entendí la objetividad de la crítica y tuve que leer. Supe entonces que la supuesta “calidad” no está a veces en lo que se escribe, sino en los recursos extraliterarios que llevan a la autopromoción, aunque cueste la pérdida de algún beneficio burocrático. Hay obras que no se sostienen por sí mismas y que terminan en saldos a pesar de lo invertido.
Nunca son tontos los lectores. Y el tiempo todo lo pone en su justo sitio, lo dijo Julio Cortázar en una entrevista.
Lo esencial consiste en interpretar lo que se lee atendiendo a la propia y relativa autonomía literaria: no hablar de lo que no existe. El “yo creo” es inadmisible. Cualquier sociólogo literario lo sabe y lo entiende.
Es probable que me haya ocupado, sin proponérmelo siquiera, de un mismo autor. La crítica es, además, “el ejercicio del criterio” (Alfonso Reyes). Y lo ejerzo como me da la gana. No ocupo el tiempo en odiar a nadie porque no fui un adolescente abandonado.
Hay quienes en su cabeza hacen realidad una vida exterior inexistente. ¿Cómo será su autoimagen? Lo ignoro. Sin embargo, al igual que los asesinos en serie, no saben lo qué es la culpa y traicionan por placer; cargan con el síndrome “no me hagas sombra, compadre”. Sueñan con reconocimientos y montan en cólera a la mínima mención de su visible mediocridad. Critican los proyectos culturales para que los miren desde donde los echaron.
El crítico sólo ejerce un derecho, un juicio. Eso es todo. Los aludidos, si lo son, no son el centro del universo. Pero sí aparecen los efectos colaterales de la crítica literaria. No es tampoco nada nuevo, lo explicó bien Emmanuel Carballo.