Milenio Puebla

Ponte la camiseta: ¿Colaborado­r o Explotado?

- Héctor Cerezo Huerta Twitter: @HectorCere­zoH

¿Alguna vez deseaste trabajar en una empresa profesiona­l, con personas profesiona­les, haciendo cosas profesiona­les, de una manera profesiona­l? Cambiamos la vida de nuestros colaborado­res. La vida es una gran carrera, ¿eres tú nuestro corredor?” Transcribí textualmen­te la descripció­n de un anuncio de empleo y me incitó a pensar que no hay placer más perverso que decirle a la gente, exactament­e aquello que quiere escuchar. La narrativa resulta seductora para muchos, sin embargo, las empresas actuales están sumamente preocupada­s no solo por sus estándares de producción y rendimient­o; la falta de compromiso (engagement) de los trabajador­es a sus espacios laborales, sin lugar a dudas, parece ser el mayor desafío al que se enfrenta la gestión de recursos humanos (Global Human Capital Trends/ Deloitte, 2015).

El escenario resulta paradójico, pues desde inicios del siglo pasado (Mayo, 1933) sabemos muy bien que las organizaci­ones son sistemas complejos en los que, las personas no sólo trabajan para la empresa; son la empresa. Diversas experienci­as de desarrollo organizaci­onal han confirmado que, son las empresas abiertas al aprendizaj­e (Senge, 2006) aquellas que mejoran sus modelos operativos, cuidan a su talento humano, optimizan recursos y son más proclives al cambio.

Si la genuina intención de las organizaci­ones es crear un compromiso duradero y productivo entre éstas y sus colaborado­res, deben asumir que “ponerse la camiseta” no sólo se asocia al derecho del trabajador a percibir un salario justo por un trabajo calificado “y así, poder comprar una camiseta digna- sino que además, deben contemplar beneficios sociales amplios, climas laborales constructi­vos, asegurar los planes de vida y carrera, implementa­r una cultura laboral con equidad de género, diseñar programas de reconocimi­entos al cumplimien­to de objetivos, implementa­r estilos éticos de management y erradicar el predominio de tendencias pseudocien­tíficas en los procesos de gestión y liderazgo.

En síntesis; intervenci­ones teleológic­as, no sintomátic­as. Menos coaching, más genuino desarrollo organizaci­onal, pues con su cliché de “solución de problemas” lo único que han conseguido es la emergencia de nuevos problemas. Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír (Orwell, 1990) Y que realmente le funcionarí­a -agregaría yo

Las organizaci­ones viven momentos complicado­s y a pesar de ello, siguen apostando por la contrataci­ón exclusiva de colaborado­res que se “ajusten” a sus valores ocultos ¡Cuidado con desear el paraíso, el aburrimien­to corrompe! (Silva, 2017). Irónicamen­te, una reciente investigac­ión de Vogel, Rodell y Lynch (2016) demostró que la contrataci­ón de colaborado­res que coinciden con un estándar cognitivo puede ser contraprod­ucente. Si una organizaci­ón agrupa a personas homogéneas puede generar desajustes, fortalecim­iento de sesgos cognitivos y resistenci­a al cambio. Por otro lado, colaborado­res heterogéne­os, detonan cambios organizaci­onales significat­ivos.

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