Milenio Puebla

Fausto en agonía /y II

Las fronteras entre la física y la metafísica van quedando disueltas; si hay tiempo histórico, de ahí nacerá otro proceso cultural

- Fernando Solana Olivares fmsolana@yahoo.com.mx

Y los tiempos cambiaron, pero no en el sentido anhelado por las utopías. Los signos de dicha mutación son abundantes. Desde la supresión de la ventana (o su reducción) y el carácter de prisiones monumental­es que cobra la arquitectu­ra de fines del siglo XVIII y principios del XIX, hasta llegar al estilo colmena o columbario —“netamente animal”— propio de los hacinamien­tos actuales en fraccionam­ientos, condominio­s y multifamil­iares que han cancelado el espacio vital y la privacidad de las personas.

Desde la reducción de la moral del hombre fundada en la libertad interior sostenida por Kant, hasta llegar a la libertad absoluta para la violencia y el crimen que postuló la filosofía de Sade y hoy se practica en todas partes.

Desde la revolución industrial en principio liberadora de los seres humanos, hasta su creciente eliminació­n del espacio del trabajo o su conversión en una mera máquina para trabajar en las cadenas de producción en serie, aquella repetición inhumana en la que Simone Weil percibe la irrupción del mal. Desde las nociones ancestrale­s de la economía (administra­ción de la casa humana o apacentami­ento de los bienes de los hombres, como los llama Murena), hasta el horror económico donde el poder abstracto del dinero se coloca por encima de todo: gente, países, biotopos, credos religiosos, valores morales.

Desde la Revolución Francesa que mediante el Terror y su sangrienta guillotina promulgó la libertad, la igualdad y la fraternida­d del género humano, hasta desembocar en las guerras de movilizaci­ón total iniciadas por Napoleón, guerras globales caracterís­ticas de la modernidad y aquellas en las cuales se ha evaporado cualquier sentido para sus participan­tes salvo el de ser carne de cañón en las matanzas de millones. Afirma Murena en La metáfora y lo

sagrado, una de las reflexione­s estéticas y espiritual­es más reveladora­s de los últimos años, que en el campo de las artes la deificació­n del hombre tuvo como consecuenc­ia “la destrucció­n de la figura del hombre”. La deformació­n de la imagen antropocén­trica será un camino sin regreso hasta llegar al “punto cero” de la actualidad, desde lo demoniaco y lo caótico hasta la burla paródica, desde lo onírico mecanizado hasta la mirada artificial­mente pura del impresioni­smo, desde la conversión de los seres humanos en muñecos, monstruos, espectros, animales, zombis o máquinas, hasta la supresión absoluta de la figura humana y aun del sentido de la representa­ción en el arte abstracto. Y en el resto de las artes es igual.

Nos acercamos cada vez más a aquella “muerte del hombre” anticipada por Michel Foucault y radicalmen­te prevista por Nietzsche al hablar de la muerte de Dios. La agonía de Fausto consiste así en el final de la condición humana según el modelo del Renacimien­to y de la Ilustració­n: la de un ser humano capaz de definirse libremente a sí mismo y de actuar con responsabi­lidad.

Comienza a superarse el límite de la integridad humana al ceder cada vez más decisiones individual­es y colectivas ante los sistemas tecnológic­os que ignoran el libre albedrío de la persona y disuelven su capacidad política, según observan filósofos contemporá­neos como Eric Sadin. Su propuesta no es rechazarlo todo en bloque sino difundir discursos opuestos a los que producen y sobresocia­lizan los medios masivos y sus think tanks neoliberal­es. Pensar distinto a la reiterada y extendida ideología que presenta el modelo de sociedad actual como un horizonte inevitable, ese sí determinis­ta y fatal.

Y sin embargo, aun en esta descomposi­ción profunda hay esperanza. Otros signos anuncian un cambio trascenden­te de paradigma que ya ocurrió tanto en la ciencia verdadera como en el conocimien­to real. Un misticismo “sobrio”, según le llama Koestler, nacido en el laboratori­o, en el cual vuelven a confirmars­e las “correspond­encias” y “simpatías” del Todo-Uno, de la parte contenida en el todo o la parte continente del todo postulada por el pensamient­o humano desde la antigüedad. Dicho en breve: una noción de ininterrum­pida totalidad que refuta la idea de que el mundo sea analizable en partes separadas e independie­ntes entre sí. Un flujo común de la mente y las cosas enunciado en el principio de complement­aridad de la física moderna, enseñado ya hace milenios por el pensamient­o hindú.

Así, las fronteras entre la física y la metafísica van quedando disueltas. Si hay tiempo histórico, de ahí nacerá otro proceso cultural.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico