QUERIDO QUADRI:

Dicen que las lágrimas son la sangre del alma y en el aciago marco de esta tarde lluviosa estoy desangrándome por los ojos. Con pena infi nita y trémulo pulso escribo estas líneas de reclamo, mas no de despecho.

Así como seguí tus pasos en la política, ahora te sigo en el feis y en el Twitter y me arrepiento. Malditas redes rompeesquemas. Te aporrean el corazón con imágenes que develan fragmentos de tu nueva vida.

El pasado martes, una alerta del Twitter me avisó que posteaste una foto que me retorció las entrañas hasta convertirlas en un muégano de dolor insaciable. No te hagas, cuyeyo. No creas que no vi la foto de ese par de trepadores que solo están contigo por tu dinero, no por tu aplomo de hipster de verdad.

¿Sabes qué fue lo primero que quise hacer después de verla? Adivinaste: hacer el reto de la ballena azul, pero no, no vales la pena.

Te aprovechas porque sabes que mi vida no volvió a ser la misma sin ti y sé que subiste la foto para humillarme.

Te pregunto: ¿qué tienen un par de Alfa Romeos que no tenga yo? Todavía me hubieras restregado un Ferrari dorado como el del hijo de Romero Deschamps, ¿pero dos Alfa Romeo? No mamar. Y encima de todo les dices “deliciosos”. Seguro te gusta su palanca deportiva al piso.

Alfa Romeo. Se nota que tienes serias carencias: “alfa” porque te crees macho preponderante, pero no llegas ni a ladilla de Javidú, y “Romeo” porque te crees ligador. Tu único hit fue ligarte a la Gordillo. ¡Qué pena!

En fi n. Nomás quiero que sepas que, en efecto, estoy destrozada y quería que lo supieras. Y para terminar, deseo que te jodas para siempre, culei. Me cambiaste por un par de “deliciosos” Alfa Romeo.