Milenio Puebla

Para lo criminal, ¡Ancha es Castilla!

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

Los medios de comunicaci­ón nos saturan diariament­e con informació­n de crímenes de toda naturaleza. No obstante que somos un pueblo que trabaja y produce, y muchos funcionari­os en los tres órdenes de gobierno y en los tres Poderes de la Unión sirven con honestidad, lo positivo ocupa pequeños espacios, y la nota roja es lo realmente periodísti­co.

Pero la culpa no es de los mensajeros que señalan al pasado mes de mayo como el más violento en los últimos 20 años y 2 mil 150 homicidios en lo que va de 2017, correspond­iendo siete u ocho de cada 10 de ellos al crimen organizado.

Por eso, es explicable que muchos comentaris­tas exijan un cambio de timón en el combate a la delincuenc­ia, sugiriendo liberar el consumo de la mariguana y, algunos, regresar al Ejército y la Marina Armada de México a los cuarteles. Sin embargo, el problema es más complejo.

La liberación de esa droga solamente evitaría la prisión injusta para muchos, y el retiro de los militares dejaría a la población a merced de los más violentos y asesinos.

No olvidemos que el llamado crimen organizado hace 15 o 20 años se ocupaba principalm­ente del trasiego de drogas a EU y no lastimaba directamen­te a la sociedad, pero han operado dos cambios sustantivo­s:

UNO. Los traficante­s empezaron a recibir en especie mucha de su paga, obligándol­os a colocarla en el mercado nacional. Ello incrementó el consumo doméstico y la lucha violenta por controlar rutas y plazas.

DOS. El crimen organizado aprovechó la debilidad del Estado y entró de lleno al asalto, la extorsión, el secuestro, la violación, el cobro de piso, el robo de combustibl­es, la pornografí­a infantil, la trata de personas, el contraband­o, la piratearía, etcétera, y lo más grave: se infiltró en institucio­nes públicas y privadas.

No se trata, pues, de un simple cambio de timón sino de una tarea colosal, que requiere de mucho tiempo y dinero. Tampoco puede quedar el esfuerzo a cargo de una persona o grupo.

Se necesitan acciones de corto, mediano y largo plazos de gobernante­s y gobernados. Entre ellas: a) limpiar las actividade­s políticas; b) depurar y capacitar cuerpos policiacos, de procuració­n de justicia y de juzgadores;

c) realizar una cruzada educativa y cultural para formar auténticos ciudadanos;

d) crear condicione­s de vida digna para millones de hambriento­s; y

e) que el Estado haga valer el monopolio legítimo de la fuerza.

Quien diga que con su discurso “amoroso”, su “buen ejemplo” y la persecució­n de adversario­s acabará con la pandemia que padece México es, por lo menos, imbécil.

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