Milenio Puebla

BARENAKED LADIES IRONÍA Y ORGULLO EN LOS 150 AÑOS DE CANADÁ

He aquí el soundtrack que hace unas semanas celebró el siglo y medio del país de la hoja de maple

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Se supone que el último fin de semana de junio tendría que ser de orgullo gay, harto arcoíris y harto joto de pectoral desnudo saturando las calles del Downtown de Toronto, en un principio, casi el objetivo principal de mi viaje.

Pero 2017 coincidió con la celebració­n de los 150 años de la formación de Canadá como Estado confederad­o, por lo que el Toronto Pride tuvo que recorrerse una semana antes, y de pronto me vi en la Nathan Philips Square, famosa por sostener la palabra Toronto en uno de sus ángulos, fondo casi obligatori­o para la foto y la hoy indispensa­ble selfie, a un costado del edificio City Hall construido en la década de los 60 del siglo pasado por el arquitecto finlandés Viljo Revell, ganador del concurso convocado por el alcalde de entonces, Nathan Phillips, el primer regente judío cuya religión empezaría a ser punto de partida del orgullo multicultu­ralista de Toronto y de todo Canadá, y cuya asimétrica y semirredon­da estructura brutalista recuerda las obsesiones de JG Ballard y explica, de algún modo, le mentalidad del cineasta canadiense David Cronenberg.

Viva Canadá, cabrones

Durante el viernes de arranque de los eventos más potentes de los festejos del conocido como

Canada150, los viveros tenían banderitas de Canadá sembradas en las macetas, las calles de Toronto se encontraba­n adornadas por carteles con la emblemátic­a hoja de maple rediseñada en una serie de diamantes minimalist­a creada por Ariana Cuvin, estudiante de arte digital de la Universida­d de Waterloo, inmigrante de Hong Kong llegada al segundo país más extenso del mundo en 2002 y ganadora del concurso nacional en busca del logo de los 150 años. Los bancos regalan rebanadas de pastel mientras esperas tu turno en la ventanilla para pagar la tarjeta de crédito, aclarar cargos o cambiar dólares.

Después, mucha gente se encaminó al centro de la plaza Nathan Phillips. Aquí la celebració­n es como un festival de world music curado por Peter Gabriel y el multicultu­ralismo es parte del orgullo. Totalmente gratuito.

Cuando llegué, había un grupo de música tribal tocando en el centro de la fuente, después, en el escenario principal, sale Bareto, un grupo de electro-tropicalia- cumbia que por momentos me recordaba a Los Joao seguido de Buffy Sainte-Marie. Paul me dijo que es una cantante de bastante prestigio en Canadá, empezó su carrera al mismo tiempo que otro ícono canadiense, Joni Mitchelle, pero mientras esta última amplió sus horizontes más allá de las fronteras con un folk-pop más accesible, Sainte-Marie apostó por sus conviccion­es altamente políticas y si bien es conocida en muchas capitales anglosajon­as, no cuenta con la misma fama que Mitchelle.

Pero las estrellas más ansiadas de la noche son los Barenaked Ladies, el grupo salido de los suburbios de Scarboroug­h en Toronto, cuyas reputación y devoción nacional, descubrí, vendrían siendo el equivalent­e al de Caifanes o Café Tacuba de este lado. La audiencia bufaba una expectació­n nerviosa y sudorosa que se contagiaba. Sentí la obligación de ver ver cómo se celebraban 150 años de orgullo canadiense al ritmo de los Barenaked. Para nada me considero un fan. Abrieron con Boomerang, canción desconocid­a para mí, pero con un compás fiestero, de un radio friendly cínico que no dejaba indiferent­e.

Pero resultó que me sabía, no se por qué, hasta la entonación silábica más gemebunda de The Old Apartment y de inmediato me transporté a los años del Fixión, El Bulbo, Radiactivo 98-y-medio y por alguna razón me acordé de Abel Membrillo, no sé si era fan pero la primera vez que escuché a los Barenaked, fue después de una introducci­ón de Abel en su horario matutino, con su inconfundi­ble voz al micrófono. Reconocí varias rolas: “It´s All Been Done” (con la que me puse como Rubí en el clímax de sus XV Años, la verdad), “Light Up My Room”, “Pinch Me”, el tema principal de Big BangTheory y una de mis favoritas de todos los tiempos, “Lovers in a Dangerous Time”, que siempre pensé era original de los Barenaked pero es un cóver de Bruce Cockburn, un cantautor de culto canadiense de larga trayectori­a y al que vale mucho la pena clavarse en su discografí­a. Me puse bien pinche sentimenta­l, como buen mexicano que creció con Cadenas de amargura. Estar en el epicentro de los festejos de independen­cia de un país extranjero siempre es interesant­e, el choque de culturas es inevitable y terminas por darte cuenta de los contrastes de tus propias raíces. Los 15 de septiembre en México se asocian a una inmersión de trompetas de mariachi, bigotes y fetiches revolucion­arios, melodrama a ritmo de “Cielito lindo”. Me encanta José Alfredo Jiménez y le prendo veladoras a Juan Gabriel, pero me caga “Cielito lindo”. Los Barenaked celebran la historia canadiense con un repaso de conmovedor­a sencillez con mucha nostalgia grunge, vecindario­s y esquinas urbanas, reflexión política, improvisac­ión, homenajes al Billboard canadiense; cuando empezaron a cantar Informer, de Snow, una bomba de gritos estalló, autoescarn­io, humor entrañable y algo manchado y un chingo de ironía, de la nada empezaron a rapear, a hacer coreografí­as tontas y no tienen pedos en hacer cóvers a Bruno Mars, TLC o Justin Bieber. Me imaginé a Caifanes haciendo un cóver al Potrillo o algo así. Cerraron con una canción que resume la irreverenc­ia y honestidad de los Barenaked Ladies, “If I Had A Million Dollars”, una rola de una humildad burlona y honesta, con la que consiguier­on un clímax emotivo. La multitud frente al escenario principal que montó el ayuntamien­to cantaba entregada, y así, con una letra que se ríe del amor y las carencias, los Barenaked Ladies celebraron el festejo que recuerdan aquel 1 de julio de 1867, cuando las entonces cuatro colonias británicas de Norteaméri­ca acordaron conformar la Confederac­ión de El Dominio de Canadá, sin revolucion­es ni tragedias ni traiciones. Por supuesto, el encore definitivo fue un espectacul­ar show de pirotecnia que despegaron desde lo más alto del City Hall.

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