¿A la “izquierda” no le importa el tema de la libertad?
Los liberales no propugnamos el autoritarismo ni el quebrantamiento de los derechos de los individuos. Al contrario, promovemos los valores de la democracia y, sobre todo, la soberanía del individuo, principio fundamental en las sociedades abiertas al pensamiento crítico. El satanizado “neoliberalismo” no es tampoco una ideología totalitaria, ni mucho menos, sino una suerte de doctrina que reconoce las virtudes del libre mercado y la creación de riqueza. Se nos califica, sin embargo, de emisarios de la extrema derecha siendo que en manera alguna nos adherimos a los principios conservadores ni impulsamos tampoco las políticas que discriminan a las minorías o que prohíben ciertas prácticas porque no se ajustan a los “usos y costumbres” tradicionales.
Pero, echemos un vistazo a los simpatizantes de la izquierda para intentar puntualizar cuáles son sus posturas en lo que se refiere, justamente, a esos regímenes que, pretextando que defienden los intereses de las clases populares, se arrogan la facultad de perseguir a los opositores, de acallar las voces de los disidentes, de suprimir la libertad de expresión y de cancelar, pura y simplemente, la alternancia democrática en los Gobiernos de sus países. Ocurre, señoras y señores, que esos presuntos progresistas prefieren mirar hacia otro lado cuando —en Venezuela o en Cuba (para ya entrar en materia, oigan)— se perpetran descomunales violaciones a los derechos humanos y cuando el poder político consuma los más abusivos atropellos. No sólo eso: si la comunidad internacional decide expresar su desacuerdo con esos regímenes opresores, entonces se comienzan a escuchar las voces de la izquierda mundial —desde los líderes de Podemos en España hasta los muy dignísimos representantes de los partidos de oposición que, en estos pagos, se benefician de directamente de las libertades que les niegan olímpicamente a los venezolanos, a los cubanos y a los norcoreanos— para expresar sus simpatías con unos Gobiernos cuya benignidad primigenia sería, por lo visto, desafiar (de dientes para afuera, porque bien que persiguen las indulgencias del amo imperial) a los Estados Unidos.
¿Por qué sigue la izquierda simpatizando con las dictaduras (de izquierda)? Díganme ustedes...