Milenio Puebla

Pinochet, Maduro y AMLO; negocio de dictadores

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No es casual que casi todos los dictadores —en todo el mundo— estén al mismo tiempo en la exclusiva lista de hombres más acaudalado­s.

Y es que la de “dictador” es una vocación gemela a la de depredador y saqueador de un pueblo. Y los ejemplos sobran: Pinochet,

Noriega, los Castro, Somoza, Ortega… y en la dictadura venezolana de hoy, Nicolás Maduro.

Tampoco es nuevo que la represión, el hambre y el crimen son algunos de los más rentables negocios. ¿Lo dudan?

Apenas el 31 de julio, el portal venezolano de noticias La Patilla reveló que los Comités Locales de Abastecimi­ento y Producción (CLAP) venden, a sobrepreci­o, productos mexicanos a los más pobres de Venezuela.

Maduro creó los CLAP en 2016 para “defender la soberanía alimentari­a” y combatir la “guerra económica” contra el chavismo.

Se trata de despensas supuestame­nte integradas por productos ciento por ciento nacionales y regionales, vendidas a precios subvencion­ados por el Estado a los más pobres.

El reportaje revela, sin embargo, que si bien algunas despensas CLAP tienen productos de Uruguay, Brasil y Colombia, los lotes recientes estuvieron conformado­s —en su totalidad— por productos mexicanos.

Resulta que ante la parálisis de la industria venezolana, el régimen de Maduro adquirió productos de primera necesidad de empresas mexicanas.

La operación se realizó a través de la compañía venezolana Postar Intertrade Limited, propiedad de Smark López Bello, empresario señalado por la Oficina de Control de Bienes del Departamen­to del Tesoro de Estados Unidos, como prestanomb­res del vicepresid­ente venezolano Tareck El Aissami, señalado por supuestos vínculos con el cártel de LosZetas en México.

Postar Intertrade Limited compró a empresas mexicanas como Soriana, La Moderna y COPROP, SA de CV —y muchas otras— toneladas de arroz, frijol, harina, leche en polvo, aceite y latas de atún y sardina, que después el régimen de Maduro revendió a los venezolano­s en las CLAP, como si fueran productos locales.

La adquisició­n de productos mexicanos por parte de Venezuela fue tan masiva, que el país sudamerica­no desplazó a Estados Unidos como primer comprador de arroz y frijol.

Sin embargo, el escándalo no se limita a la mentira sobre la supuesta “soberanía alimentari­a” de Venezuela, sino al lucro con la necesidad de los más pobres por parte de un gobierno que se dice “socialista”.

Y es que, según estimacion­es, cada paquete —con 11 productos básicos de origen mexicano— que los CLAP venden a los venezolano­s, tiene un costo de 16 dólares, pero son revendidos a 34 dólares. Es decir, 112 por ciento más caros, alza que no se justifica por el costo de transporta­ción.

Las jugosas ganancias van a los bolsillos del dictador Maduro —fortuna con la que presuntame­nte financia la aventura de Morena en México—, y que según el Tesoro de Estados Unidos tiene una fortuna en paraísos fiscales; fortuna como la que amasó otro dictador de la región, Augusto Pinochet.

Y es que según el diario chileno LaTercera —del 28 de marzo de 2005—, una pequeña parte de la fortuna del dictador Pinochet fue lavada en México por el empresario Alfonso Romo, uno de los principale­s financista­s de la campaña presidenci­al de AMLO.

Lo curioso del caso es que el reportaje del diario chileno LaTercera lo reprodujo La

Jornada de México, diario que se encargó de exhibir como pocos los negocios mafiosos de Romo con el dictador chileno Augusto Pinochet. Hoy, con el dinero lavado de Pinochet, Romo financia las aspiracion­es dictatoria­les de AMLO.

Según La Tercera, en 2000 asesores financiero­s de Pinochet le propusiero­n invertir 1.2 millones de dólares en bonos de deuda de Pulsar Internacio­nal, el grupo de Alfonso

Romo que se encontraba en problemas económicos.

Pinochet aceptó y ordenó a Óscar Aitken, su albacea, retirar parte de los 2.3 millones de dólares que mantenía en el fondo de inversión Cutts & Co de Miami y ejecutar la operación.

Meses antes se había revelado la existencia de 125 cuentas bancarias y certificad­os de depósitos a nombre de Pinochet Entre diciembre de 1999 y marzo de 2000,

Pinochet cerró las cuentas que mantenía activas y que generaban sospechas.

Por encargo del dictador, Aitken buscó dónde invertir esos fondos y el dinero fue colocado finalmente en México, en la empresa de Alfonso Romo.

Conocedor de los negocios sucios del dictador Pinochet, el empresario Alfonso Romo —que también financió la campaña de Carlos

Salinas—, llevó a AMLO a Chile y hasta lo filmó en el despacho de Salvador Allende, a quien Pinochet asesinó. ¡Ver para creer!

¡Negocios son negocios! AMLO en medio de los negocios de los dictadores Maduro y Pinochet.

¿Eso le importa a la izquierda mexicana? ¡Solo le importa recibir los fondos, con singular alegría!

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MARCO TORRES Beneficiar­ios de los Comités Locales de Abastecimi­ento y Producción.
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