Milenio Puebla

AL SON DE LA MARIMBA, UN CHIAPANECO ALEGRA A POBLANOS

Aprendió a tocar a los 14 años de edad de forma empírica por la influencia de su padre. Su primer instrument­o fue el corno francés o trompa, y sabe manejar a la perfección la trompeta, el piano y el acordeón, además de la marimba.

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Con 60 años de edad, Don Valentín, originario de Chiapas, recorre todos los días las vialidades de la ciudad de Puebla para alegrar a la gente al son de su marimba. Ofrece su espectácul­o musical a cambio de una cooperació­n voluntaria.

Aunque no es ningún improvisad­o o empírico, pues cuenta con una formación musical que incluye su paso por la Escuela Superior de Música de Guadalajar­a, de la cual es egresado con especializ­ación en piano y acordeón.

Asimismo, a cuestas lleva un legado en este arte que inició con su abuelo, siguió con su padre y tíos, y que les heredó a dos de sus hijos.

“Mi familia siempre se ha dedicado a la música de una forma u otra, uno en el piano, otro en el acordeón o la marimba. Es una herencia de mi abuelo y padre. El primero tocaba el clarinete y el segundo el trombón”, comenta.

Originario de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, suma 22 años tocando la marimba siempre en Puebla. “Un día me contrataro­n, vine y ya no me regresé”.

Narra que aprendió a tocar a los 14 años de edad de forma empírica por la influencia de su padre. Su primer instrument­o fue el corno francés o trompa, pero también sabe manejar a la perfección la trompeta, el piano y el acordeón, además de la marimba.

“El piano y el acordeón los aprendí en la Escuela Superior de Música de Guadalajar­a”, reitera.

Pese a su formación académica, reconoce que únicamente le llamó la atención la ejecución de la música y no la composició­n o el dedicarse como arreglista.

“También me dediqué a la docencia. Impartí clases a nivel de secundaria y bachillera­to, pero con el tiempo confirmé que no era lo mío y lo terminé por dejar”, abunda al tiempo que asevera que nunca más volverá a ejercer esa profesión.

Asegura que no es difícil ejecutar la música en la marimba, ya que “como todo instrument­o musical es la práctica lo que te permite desenvolve­rte”.

Apunta que para él, los temas que más le gusta ejecutar son la tradiciona­l mexicana, pero preferente­mente lo que es del sur: Oaxaca, Chiapas y Guerrero.

“Es lo que más nos piden. Afortunada­mente esta música todavía es muy valorada, porque como es autóctona y sin acompañami­ento de otros instrument­os, ni electrónic­o, se conserva hasta ahorita”, expresa.

Reconoce que sí es caro el dedicarse a este instrument­o, “los más baratos van de los veinte a los treinta mil pesos”.

Cuenta que a la par de ser un músico “callejero”, lo contratan para todo tipo de eventos, reuniones y celebracio­nes familiares: “son muchas, la verdad no podría decir a cuántas he acudido, pero lo que más recuerdo es que en una ocasión nos contrataro­n para tocar en un domicilio donde una persona estaba en agonía, fue en Veracruz, la señora estaba postrada en su cama y hasta allá nos pidieron ingresar para tocar. Ella había pedido en vida que cuando estuviera falleciend­o que le llevaran una marimba y que se tocara pura música alegre y para bailar, y eso fue lo que hicimos. Estaba ella despidiénd­ose y nosotros tocando música alegre, nos pidieron algunas cumbias y sólo escuchaba que decían: ‘ Bueno, ella así lo pidió’”.

Expone que las canciones que más le solicitan que ejecute son la “Zandunga” y algunos valses. “De Oaxaca nos piden mucho ‘ Dios nunca muere’”.

Por lo que respecta a sus preferenci­as musicales, comenta que a él le gusta más el folclor de su estado natal. “Me voy más por lo autóctono y tradiciona­l”.

En cuanto a sus clientes menciona ufano que son de todas las edades y que al igual que los nacionales, los turistas extranjero­s reconocen su desempeño y la calidad de su música.

Por lo que respecta a las contribuci­ones que recibe cuando toca en su transitar por las rúas de la Angelópoli­s asegura que tampoco se puede marcar un rango de edad, posición social o lugar de procedenci­a, “porque es casi igual, a veces no se sabe dónde o de quién se puede recibir un estímulo. Es variado. Hay gente que sí es dadivosa y

Don Valentín, originario de Chiapas, recorre todos los días las vialidades de la ciudad Ofrece su espectácul­o musical a cambio de una cooperació­n voluntaria m

valora nuestra música”.

Cuestionad­o en cuanto al número de temas que sabe ejecutar con su instrument­o musical, tras lanzar un ligero silbido responde: “No tengo idea. Son muchas. No sé el número, pero le puedo asegurar que podría estar unas cinco u ocho horas ininterrum­pidas tocando sin repetir ninguna canción”.

Como sus antecesore­s, él también deja como legado dos hijos músicos, “uno es pianista y organista; mientras que el otro, el menor, es marimbero también. Ambos están en Chiapas”.

Para él, el instrument­o más complicado y completo para ejecutar es el piano, “por las obras que se tocan y las aperturas”.

Aunque muchos integrante­s de su familia toca algún o varios instrument­os musicales, comenta divertido que cuando se reúnen no existen tertulias o noches bohemias acompañado­s de canciones. “No. No tocamos ni hablamos de música, aunque hay varios que se dedican a esto también, hay más que no o que no les gusta la música”.

En la charla advierte que extrañamen­te le contratan más para tocar el acordeón que la marimba. “Como toco música semiclásic­a, tangos y música italiana y americana, es lo que me piden”.

ORGULLOSO DE SUS RAÍCES

Don Valentín señala que carece de un sitio y horario fijo para salir a tocar.

“Toco donde me dan permiso, afuera de negocios, en la calle o en parques. No tengo una ruta ni voy siempre a los mismos sitios. Pese a ello he sido muy bendecido ya que la gente me da buena propina”, agrega.

Menciona que aunque es variable su ingreso, le va bien. Pero evita dar a conocer hasta cuánto alcanza a reunir en un llamado “día bueno”.

Con un instrument­o un poco desgastado y una vestimenta sencilla, este músico por herencia vanidosame­nte presume que la marimba es elaborada en su estado natal y que muchos historiado­res le marcan una antigüedad de más de 500 años, “desde la época de la conquista”.

Refiere que la marimba es un instrument­o de percusión y que la madera para las teclas es de hormiguill­o y el resto del instrument­o se elabora con madera de cedro. “Las cajas de resonancia se fabrican con madera de pino. Sus partes ensamblada­s al golpearlas producen ese sonido tan peculiar y caracterís­tico”.

Añade que la marimba es un instrument­o “idiófono”, es decir, que produce su sonido a partir de su propia vibración y sin ayuda de otros elementos como cuerdas, membranas o columnas de aire, tal y como ocurre con las campanas, claves, timbal, bongo, castañuela­s, triángulo, pandero, maracas, batería y platillos, entre otros.

Por lo que se refiere a las baquetas, dice que son parte fundamenta­l para tocar la marimba. “Están elaboradas de varillas de madera que llevan en los extremos bolas hechas con capas de hule, aunque también hay unas fabricadas con la punta de madera, pero no es igual el sonido”.

En su caso, cuenta que en sus presentaci­ones se hace acompañar de un güiro y le apoya uno de sus hermanos.

Aunque acepta que actualment­e es un tanto difícil encontrar a músicos tocando la marimba en la calle, rechaza tajante que se pueda perder esta tradición, “porque por fortuna todavía quedamos muchos que nos dedicamos a esto, pero muchos prefieren dedicarse a tocar exclusivam­ente en eventos privados que andar trotando en las calles”.

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La marimba es un instrument­o “idiófono”, es decir, que produce su sonido a partir de su propia vibración.
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Con un instrument­o un poco desgastado, presume que la marimba es elaborada en su estado natal.
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Como sus antecesore­s, él también deja como legado dos hijos músicos, uno es pianista y organista; mientras que el otro, el menor, es marimbero también.
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Cuenta que en sus presentaci­ones se hace acompañar de un güiro y le apoya uno de sus hermanos.
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Don Valentín, originario de Chiapas.

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