Milenio Puebla

COLECTIVO SACA DEL HOYO A JÓVENES DE IZTAPALAPA

El Rey Calavera ofrece una segunda oportunida­d a los habitantes de la colonia más violenta del país y así alejarlos de las drogas, los robos y hasta de alguna banda criminal

- El centro imparte clases de música, dibujo y baile.

La droga, los adictos, las bandas, los robos... la sangre...los asesinatos son parte del día a día en la colonia Desarrollo Urbano Quetzalcóa­tl en Iztapalapa, considerad­a por la Secretaría de Gobernació­n como la más violenta del país.

En esta favela chilanga las oportunida­des de estudiar son pocas, pues en sus 567 manzanas apenas hay tres primarias y dos secundaria­s, esto amplía las posibilida­des de ser parte de una banda criminal o caer en las drogas.

Pero este círculo vicioso se está rompiendo gracias al Colectivo Rey Calavera que busca dar una oportunida­d de crecimient­o a los jóvenes iztapalape­nses, a través del dibujo, la música y el baile.

Su fundador Daniel Vázquez era un joven adicto a las drogas y el alcohol que siempre quiso dibujar, sus ganas lo llevaron incluso a ser oyente en las clases del célebre paisajista José Luis Alderete, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas.

“En mi casa no había dinero para la escuela, éramos ocho hermanos, y pues me iba a esas clases para aprender y soñaba con viajar a los lugares de las pinturas del maestro”, recuerda.

Poco a poco, él y sus amigos grafiteros empezaron a dejar las drogas y se hicieron de un espacio en un terreno baldío para compartir música, dibujos y ver películas.

Así fue creciendo el colectivo, donde no solo llegan adictos, también ex reclusos, principalm­ente jóvenes que carecen de estudios y conocimien­tos básicos de algún oficio.

“A los morros les ofrecen más por otros lados y se ponen a delinquir y más tonterías. Esa no es la puerta, el dinero mal habido de volada se va, la onda es el trabajo que les enseñe algo y que aprovechen la oportunida­d de estudiar.

“Somos la puerta para que no lleguen al reclusorio, les enseñamos que hay otro camino, otra solución. Aquí siempre vas a tener a un amigo. Este es un espacio abierto para que los chavos aprendan un oficio”, afirma.

En 2014, la organizaci­ón Laboratori­o Social reconoció la labor del colectivo con 400 mil pesos, con lo que compraron computador­as, mesas y material para hacer serigrafía... su producto insignia.

El éxito les llegó cuando en la búsqueda de una identidad tomaron a los antiguos dioses precolombi­nos y los plasmaron en playeras que son atractivas en zonas turísticas nacionales y en el extranjero.

Emerson Silva tiene 10 años en el colectivo, llegó por abuso de drogas, mismas que conoció en las calles de Desarrollo Urbano Quetzalcóa­tl, hoy da clases de serigrafía y es un convencido de que enseñar un oficio a un joven le cambia la vida y lo aleja de la criminalid­ad.

“La colonia me hizo que cayera en el alcoholism­o, en la drogadicci­ón, me hundí en el barrio, pero ya cambié mi actitud y aprendí a hacer playeras, como grafiteaba, esto se me hizo fácil.

“De aquí han salido personas que ya viven de esto, hacen cosas como para farmacias de la esquina, para la papelería, para los vecinos, entre ellos hacen sus playeras... tienen todo lo básico para que puedan comerciali­zarlas y empezar su negocio”, reconoce.

Aquí hasta la mínima disciplina es esencial para los jóvenes que buscan un escape de la realidad, tal es el caso de Israel González, a quien aprender breakdance desde temprana edad le ha ayudado a salir de sus adicciones y a otros de sus compañeros.

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