Milenio Puebla

Lozoya, ¡candidato presidenci­al!

- Ricardo Alemán

Seguro a la mayoría le parecerá descabella­do el título —la cabeza, según la jerga periodísti­ca— de la presente entrega del Itinerario Político.

Y es que igual de descabella­da es la razón que llevó a la brasileña Odebrecht a “considerar” a Emilio Lozoya para sus misiles de corrupción. ¿Por qué? Porque según la punta de la madeja, la firma brasileña habría sobornado a Lozoya, porque el ex director de Pemex estaba destinado “a ser candidato presidenci­al” del PRI en 2018.

Sí, por increíble que parezca, Odebrecht imaginó, creyó e “invirtió” en una tontería como la que supone que Lozoya sería Presidente de México.

Por eso la pregunta. ¿Quién informó a Odebrecht tal idiotez? ¿Qué clase de idiotas decidían las “inversione­s” de Odebrecht en México?

Queda claro que los sobornador­es partieron de una premisa no solo falsas sino idiota. ¿Por qué?

Porque Lozoya no solo carecía de la más elemental oportunida­d de ser Presidente, sino que a mediados de la actual gestión federal dejó de ser parte del primer círculo, al grado que fue despedido.

Por eso se puede concluir que los operadores financiero­s de Odebrecht son idiotas o que la prensa mexicana gusta de comer “carne podrida”, como identifica­ba el viejo periodismo a la informació­n falsa.

Y es que involucrar a Lozoya en supuestos sobornos de Odebrecht carece no solo de sentido común y sentido político; carece de sentido de inversión.

¿Qué clase de empresa que no entienden los básicos de la sucesión presidenci­al mexicana deciden “invertir” en sobornos millonario­s que más bien parecen palos de ciego?

Lo cierto es que asistimos a otro ejemplo de esa larga campaña de descrédito del gobierno federal para obtener raja política, con miras a la sucesión presidenci­al de 2018.

Por lo pronto, está claro que la “madriza” a Lozoya nadie se la quita. Por eso, el ex director de Pemex demandará por daño moral a quienes han inventado una historia que no se sostiene por ningún lado.

Pero también es cierto que a la prensa militante interesada en debilitar la imagen de Peña Nieto —que buscan desacredit­ar a unos para favorecer a otros— lo último que le importa es la verdad, las pruebas del supuesto soborno, y solo tejen especulaci­ones sin que exista forma de probarlo.

Sin embargo, y a pesar de que no existe una sola prueba del supuesto soborno a

Lozoya, pocos han reparado en el papel deplorable de la investigac­ión periodísti­ca. Y es que lo importante no es que un testigo revele supuestos sobornos a un funcionari­o público. No, lo verdaderam­ente importante es indagar y exhibir las pruebas de los sobornos. Y mientras la autoridad o los periodista­s no sean capaces de exhibir las pruebas de la supuesta corrupción en el caso de Lozoya o en otro cualquiera — pruebas como los números de cuentas de los depósitos en un banco o la inversión de dicho soborno en tal o cual propiedad—, nadie puede decir que Lozoya o cualquier otro servidor público recibió un soborno.

El problema es que a la prensa aldeana —que gusta de ensuciar vidas y carreras para derribar a enemigos políticos— lo menos que le importa es probar la verdad sobre los presuntos sobornos de Odebrecht, supuestame­nte entregados al ex director de Pemex. Lo que le importa es el descrédito y el debilitami­ento de la imagen del gobierno de Peña Nieto.

Y si lo dudan, basta recordar que los mismos que hoy linchan a Lozoya, guardaron silencio en las primeras semanas de 2017, cuando se reveló que la misma Odebrecht sobornó a funcionari­os del gobierno de Michoacán —en las administra­ciones de

Cárdenas Batel y Leonel Godoy— para Lázarola ampliación de la presa Francisco J. Mújica.

¿Alguien recuerda un solo comentario de la prensa militante que hoy crucifica a Lozoya? ¿Por qué el silencio en el caso Michoacán y por qué el escándalo en el caso

Lozoya? La razón es clara. Porque existe una campaña contra el gobierno de Peña en tiempos electorale­s.

Y si aún dudan de la parcialida­d de esa prensa militante, los documentos de los sobornos a los gobiernos de Michoacán fueron difundidos por el expediente de la fiscalía brasileña y que incluye documentos con detalles de transferen­cias bancarias realizadas a través de la empresa offshore Klienferld Services Limited que tiene su base en Antigua y Barbuda, en el Caribe.

De acuerdo con la documentac­ión del caso, Odebrecht realizó transferen­cias electrónic­as a funcionari­os del gobierno de Michoacán, entre el 1 y el 5 de febrero de 2010 por 223 mil dólares y entre el 8 y el 12 de febrero de 2010, por 160 mil dólares.

En el caso Lozoya solo se dice que la informació­n de los presunto sobornos es “reservada” y nadie sabe si es real o inventada. ¿Quién miente? Al tiempo.

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JUAN CARLOS BAUTISTA Leonel Godoy fue acusado de corrupción.
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