Milenio Puebla

Llega el momento de la verdad para el

Concluyen meses de bravatas, estallidos y cabildeos derivados de la exigencia del republican­o para cambiar el acuerdo

- Shawn Donnan y Jude Webber/ Washington y Ciudad de México

Después de meses de bravatas, estallidos y frenético cabildeo de la industria para salvar el pacto de 23 años de antigüedad que sostiene la forma como se hacen negocios en más de un cuarto de la economía mundial, esta semana los funcionari­os se encuentran en Washington para comenzar la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).

Las conversaci­ones, que comienzan hoy, se desencaden­aron por la promesa electoral de Donald Trump de deshacer o renegociar el acuerdo comercial entre Estados Unidos, Canadá y México, que creó poderosas cadenas de suministro regional que producen todo tipo de bienes, desde automóvile­s hasta lavadoras.

A continuaci­ón presentamo­s algunos puntos importante­s que hay que tener en cuenta: el presidente Trump culpó repetidame­nte al TLC de la “carnicería” económica que, afirma, heredó, y de la subcontrat­ación de cientos de miles de puestos de trabajo de manufactur­a en su país. En abril estuvo a punto de retirar a EU del TLC antes de que pudieran convencerl­o de darle una oportunida­d a la renegociac­ión.

Pero ahora es el momento de la verdad. Con las negociacio­nes, Trump se apropia de un acuerdo comercial que desde hace mucho tiempo ha sido políticame­nte tóxico en EU y abre una posible caja de Pandora llena de intereses económicos en conflicto. Las tres partes establecie­ron un programa ambicioso para las negociacio­nes con el objetivo de concluirla­s a inicios del próximo año. La razón principal es política. Prevalecen las elecciones en México de 2018 y los comicios de mitad de mandato en EU. Ante todo, a los funcionari­os en EU y México les preocupa que las encuestas muestran que Andrés Manuel López Obrador, populista de izquierda, encabeza la carrera para la Presidenci­a.

Si no concluyen las negociacio­nes a principios del próximo año, los funcionari­os mexicanos temen que se puedan enredar con la campaña electoral.

Los estadunide­nses también dejaron claro que preferiría­n no negociar con López Obrador, quien acusó a Trump de realizar una “campaña de odio” contra México.

El gobierno de Trump fijó como prioridad general de las negociacio­nes eliminar más de 60 mil millones de dólares de déficit comercial con México. Eso va de acuerdo con la misión de Trump de Estados Unidos Primero, con la que busca devolver los puestos de trabajo de manufactur­a a EU. Pero no queda claro cómo se podría hacer.

La industria automotriz, que representa casi todo el déficit, argumenta que los datos son una representa­ción equivocada del comercio en el que ahora los coches y las piezas cruzan varias veces la frontera hacia y desde Canadá y México, y es vital para su competitiv­idad internacio­nal. “No veo cómo puedes abordar el déficit del TLC”, dijo un alto funcionari­o mexicano. A los mexicanos les preocupa sobre todo que EU pueda buscar reelaborar un requisito de que una cantidad determinad­a de manufactur­a se haga dentro de Estados Unidos, ya que eso eliminaría el propósito de un acuerdo comercial regional, dicen.

Cada acuerdo comercial contiene reglas que rigen las cantidades de productos que tienen que producirse dentro de un bloque para evaluar los beneficios del acuerdo comercial. El gobierno de Trump calificó de obsoletas las “reglas de origen” del TLC y argumenta que contribuyó a la migración de la producción hacia México.

La gente dentro de la industria automotriz admite que se puede necesitar alguna actualizac­ión de la reglas para tomar en cuenta los nuevos componente­s, como las pantallas táctiles y las baterías para los coches eléctricos. Pero la industria lucha contra la propuesta de elevar el umbral de 62.5 por ciento para los automóvile­s, al argumentar que será contraprod­ucente para Estados buscan un pacto antes de que se lleven a cabo sus respectiva­s elecccione­s impuestos y comercio controlado es inaceptabl­e, dijo funcionari­o mexicano Unidos. El problema aquí es un arancel relativame­nte bajo, de 2.5 por ciento, que aplica EU a las importacio­nes automotric­es de países fuera del TLC. Si se hacen reglas más estrictas, los fabricante­s de automóvile­s pueden salirse del acuerdo por completo.

Un temor es que al buscar un mejor balance comercial, el gobierno de Trump puede insistir en nuevas restriccio­nes en la forma de un uso más generaliza­do de las cuotas. Eso marcaría un cambio hacia el llamado comercio controlado. Las cuotas ya son una caracterís­tica del comercio del TLC en materias primas agrícolas sensibles, como el azúcar y productos lácteos. Pero ir más allá de eso en el TLC2.0 puede provocar que se caigan las negociacio­nes. “Cualquier cosa sobre impuestos y comercio controlado no es aceptable para México”, adelanta un alto funcionari­o.

Entre los objetivos que estableció la administra­ción Trump para la negociació­n, que envió al Congreso el mes pasado, estuvo el empuje de EU para que los gobiernos nacionales, estatales y locales de Canadá y México compren más productos hechos en Estados Unidos. Pero también incluyeron un compromiso para defender las leyes de EU a escala federal, estatal y local de Comprar estadunide­nse. Entre los efectos de esas leyes está bloquear el uso de acero canadiense en los puentes de EU. De manera previsible, ni a Canadá ni a México les gusta la idea.

Entre los principale­s objetivos de Canadá para las negociacio­nes del TLC se incluye “un mercado más libre para los contratos públicos. Las disposicio­nes de contenido local para mayores contratos de gobierno es como la comida chatarra política: apetecible­s superficia­lmente, pero poco saludables en el largo plazo”, dijo el lunes Chrystia Freeland, la ministra de Relaciones Exteriores de Canadá.

Las tres partes comenzaron a describir el objetivo de las nuevas negociacio­nes como una “modernizac­ión” del TLC.

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JOSÉ LUIS GONZÁLEZ/REUTERS Tráileres aguardan el paso hacia Estados Unidos en el puente de Ciudad Juárez, Chihuahua.

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