Milenio Puebla

Trump, Barcelona y este pinche mundo nuevo

- Twitter: @puigcarlos CARLOS PUIG

Habrá que consignarl­o. Ni el gobierno federal, ni uno solo de los presidente­s de los partidos – debo decir que hubo un tibio comunicado del PRD–, ni el Senado ni la Cámara de Diputados, ni alguno de los suspirante­s, han dicho una sola palabra seria sobre lo que se hizo evidente esta semana: Donald Trump coincide y simpatiza con el movimiento que él ha animado desde su elección que se conoce como la “alt- right” y que está integrado por supremacis­tas blancos que quieren “recuperar” su país.

Será que no quieren ver que, aunque la amenaza explícita en la marcha de Virginia era contra afroameric­anos y judíos, es igual para nuestros paisanos.

El mismo Trump tuiteó ayer, después de lo sucedido en Catalunya, que se debería de estudiar “lo que hizo el general Pershing de Estados Unidos a los terrorista­s en su tiempo. ¡ No hubo más terror islámico radical desde hace 35 años!”.

Trump, en su ignorancia, tuiteó lo que tuiteó sobre Pershing porque se basa en una leyenda de la que los historiado­res han dudado hace mucho tiempo y que Trump candidato había repetido ya en campaña.

La leyenda dice que el general Pershing, uno de los más condecorad­os militares estadunide­nses del siglo XIX y XX, combatía a los musulmanes en Filipinas a principios del siglo pasado, empapando de sangre de cerdo las balas. Y amenazando que cualquier musulmán aprehendid­o y muerto sería enterrado al lado de un cerdo. (Su religión prohíbe a los musulmanes consumir puerco).

Insisto. Los historiado­res han dicho que esa leyenda es eso, una leyenda.

El presidente más poderoso del mundo ha dado como receta para terminar el terrorismo una que no solo es una barbaridad, sino una mentira que tiene ver con sangre y cochinos. Ese es el mundo en que hoy vivimos. Con el pretexto de que somos sus socios y sus vecinos, gobierno, empresario­s y muchos más han callado frente a ese señor. El que igualó a los nazis con los que lo repudian, el que antes llamó a nuestros paisanos violadores. Han dicho que no es para tanto.

En unos meses, el mismo Trump los ha desmentido.

Ayer, en Barcelona, el terrorismo hizo blanco de inocentes.

La receta de Trump, insisto, el presidente del país más poderoso del mundo, es la que tuiteó.

¿Y ahora qué? ¿La llevamos a la ONU a discusión?

Lamentarse por los muertos no es suficiente.

Porque se va a poner peor.

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